eLos negros esclavos huian a las montañas o se internaban en los bosques y creaban los Cumbes
En el siglo XVI se inició formalmente el tráfico de seres humanos esclavizados hacia América, pero también la resistencia a tan horrible empresa. El trato inhumano que recibían fue motivo de numerosas sublevaciones a la brutal dinámica económica y social a la que estaban sometidos.
Una de las maneras de librarse del azote de la esclavitud era huir al monte. Quienes lograban escapar formaban poblados en parajes ocultos. Los blancos los llamaban “cimarrones”, la misma palabra que usaban para referirse al ganado salvaje o que se escapaba de los potreros. En los cumbes se recreaban los modos de vida propios de África; la liberación era también una forma de volver a su tierra.
Vidas y lugares propios
Tradicionalmente, se ha hecho ver que las rebeliones negras fueron inconsistentes, sin mayor significación ni trascendencia. Se ha llegado incluso a calificarlas muchas veces como acciones sin propósito alguno o, a veces, como bandas delictuales. Pero lo cierto es que el intento por establecerse en territorios libres iba ligado a la práctica de modos de vida que tenían nombre propio y estructura.
En el caso de Brasil se les conoció con el nombre de quilombo (campamento) y mocambos (choza). En Colombia, palenque y en Venezuela, cumbes y rochelas. A los liberados les ponían nombres de acuerdo al lugar donde estuvieran. En las Antillas se les llamaba mambises, palabra que más tarde pasaría a significar libertad; en Brasil eran conocidos como quilombos y en Venezuela, como ya se dijo, cimarrones.
Cumbes en Venezuela
Estos espacios estaban constituidos no solo por esclavizados negros sino que también contaban con la presencia de indios, pardos y hasta blancos pobres, todos sometidos de alguna u otra manera a un sistema social y económico que les resultaba insoportable.
En muchos de los casos, las rebeliones contaron con el apoyo de indígenas que no formaban parte del cumbe, pero que como habitantes de las zonas aledañas a este y en muchas oportunidades por estar identificados con la causa negra, facilitaron refugio, insumos e información respecto de la posición de los perseguidores. Tal es el caso de los indios tomusa (Barlovento) y los jirajaras (zona de Yaracuy).
Al correrse el rumor en las haciendas de la fundación de un cumbe, comenzaban a cobrar fuerza las expectativas de fuga. Pero también ocurría que desde los cumbes secuestraban mujeres, para la procreación, y también hombres. Lo cierto es que las sublevaciones de negros y la proliferación de estos asentamientos ponían en grave peligro la economía colonial. Esta dependía en gran medida de las actividades comerciales que tenían como base el trabajo esclavo, como las plantaciones de caña de azúcar y las haciendas productoras de cacao, añil y café.
Estratificación étnico social de la población venezolana entre 1800 y 1810
Aun cuando relacionemos cumbes con rebeliones es importante aclarar que no siempre estos poblados constituyeron centros de resistencia armada. Su organización en la mayoría de los casos, obedecía a la necesidad de establecer espacios de convivencia alejados de la esclavitud. Sin embargo, estos nuevos poblados sí colaboraron refugiando y alimentando a los negros cimarrones que formaban partidas guerrilleras.
Estas huidas y rebeliones llevaron a la creación de reales cédulas (disposición legal de la Corona) que contemplaban los más crueles castigos a los insurrectos. El cepo, la maza, la mutilación de piernas y orejas, una marca a hierro candente en la frente, azotes, horca, rústicas máscaras de metal y en el mejor de los casos, el fusilamiento. La muerte era preferible a seguir bajo tan ignominiosa forma de vida.
La vida en el cumbe
Yuca, caraotas, ocumo, mapuey, plátanos, maíz, auyama y algunos animales provenientes de las haciendas de los amos, la caza de chigüires, iguanas y dantas, conformaban la mesa del cumbe.
Asimismo, aprovechaban al máximo los frutos que se daban naturalmente en la selva, tales como la guayaba, el mamón y el jobo. Aún hoy, parte de esta dieta está presente en nuestra gastronomía tradicional.
Estos métodos de subsistencia contemplaban también el contrabando, específicamente del cacao, ante la imposibilidad de desarrollar una actividad económica estable que garantizara el mantenimiento de las familias en el nuevo poblado.
Pudiéramos hablar de un esquema mixto que por un lado desarrollaba actividades agrícolas y recolectoras y por otro también optaba por el robo y el contrabando, todo con el fin de garantizar la vida en el cumbe.
La dinámica social no era precisamente la que pudiéramos imaginar en un vecindario actual, recordemos las condiciones bajo la cuales se formaban estos pueblos libres.
Un cumbe podía llegar a tener hasta 100 integrantes, todos identificados con una necesidad vital: la libertad. No obstante, podían vivir con un mínimo de comunicación entre un rancho y otro.
Lo verdaderamente significativo era la colaboración a través del trabajo y de la preservación de la paz y el respeto, importantes aspectos humanos de los que habían crecido durante el cautiverio.
Algunos Cumbes en Venezuela
El Cumbe de Buría
Las minas de Buría, en el estado Yaracuy, es el espacio donde se radica la legendaria historia del Negro Miguel y su esposa Guiomar quienes iniciaron un reinado cimarrón alrededor del año 1533, cuando se alzaron contra el esclavista español.
La primera revolción afro-indígena en Venezuela y de la organización del primer cumbe o Ciudad-Estado fue fundado por Miguel de Buria, en la cual se proclamó rey para dar un mensaje a España de que no aceptaban un gobierno extranjero en estas tierras que a través de él, tenía su máxima autoridad, nunca por debajo de ningún monarca extranjero.
Mango de Ocoita
En la región de Barlovento, específicamente en el municipio Acevedo del estado Bolivariano de Miranda, se encuentra un pequeño y cálido pueblo llamado Mango de Ocoita, ubicado aproximadamente a 19,84 Km de San José (Barlovento) municipio Andrés Bello y a 19,96 Km de Mamporal (Buroz) a 39 metros sobre el nivel del mar.
Ell cimarrón Guillermo Rivas, durante los años 1768 a 1771, se opuso junto a sus legendarios cimarrones a la esclavitud, a la explotación y al saqueo de las tierras y sus productos, principalmente del cacao, por parte de hacendados europeos establecidos en la zona.