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Opinión

Una mirada al Panarabismo

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Desde Marruecos hasta Irak, desde el África del norte, hasta el Oriente Medio podemos arquear la cartografía del milenario Mundo árabe, y dar cuenta de su histórica lucha en contra de la esclavitud, el saqueo, y las múltiples agresiones imperiales.

Primero fue el Imperio Otomano, luego el Imperio Europeo: Francia, Gran Bretaña e Italia que con sus distintas caras han intentado dominar e instaurar la hegemonía de la muerte, del hambre, de la miseria, y el genocidio en el seno de este pueblo ancestral.

Los enemigos de ayer, son los mismos enemigos de hoy, quienes siembran la guerra, para envenenar el planeta y levantar al capitalismo de sus cenizas. Las páginas de la historia del pueblo árabe se pierden en la diáspora del tiempo, en la invisibilización de sus líderes y en la mentira sobre la cual Occidente ha escrito su desarrollo, e intenta justificar los motivos de su permanente intervención.

El histórico pueblo árabe, profundo y arraigado en su religiosidad islámica, ha resistido, y resiste ante la ingerencia permanente de quienes persiguen salvajemente sus riquezas naturales, y el petróleo: única clave que desata la voracidad del Imperio.

Las películas hollywoodenses y la industria cultural capitalista toda, han sido el escenario, desde su modo technicolor hasta la Internet con sus redes sociales, para narrar las historias remotas de las pirámides egipcias, faraones, y una cultura que pretenden momificada; así mismo han montado la trama actual del terrorismo, junto al guión de la voladura de aviones, y las demás operaciones psicológicas que nos hacen cada vez más antípodas, y lejanos para la comprensión de los pueblos del Magreb.

Los llamados países del Magreb, gozan de tantos epítetos que han sido aislados de nuestro imaginario, y más aún de nuestra capacidad de simbolizarlos y asirlos en la comprensión sus identidades, pues para occidente no son ni siquiera una pregunta o una cuestión que se plantee como necesidad.

De este mismo modo se ha instrumentado toda una maquinaria para desdibujar el papel en la historia de Gamal Abdel Nasser en Egipto, padre precursor del Panarabismo, la Argelia de Ben Bella (1954), y la Gran Jamahiriya dirigida por el coronel Gaddafi (Sirte, 1942 - 2011), esto solo por contar algunos casos.

Estos nombres encarnan un profundo sentimiento de unidad, de independencia y soberanía para los territorios que arraigan el ser árabe. Ellos lucharon contra toda potencia con aspiraciones coloniales y encendieron la llama del socialism para revelarse contra el capitalismo y sus agresiones.

Ellos son los padres de la integración de los pueblos árabes con el resto de África y otros países del mundo, nucleados en la idea de crear un nuevo orden político, basado en la solidaridad, la libertad, el desarrollo y la autodeterminación de los pueblos.

Con el auge de la Revolución Soviética y en ascenso de la China socialista, la integración, la unión no era un capricho, sino una necesidad, una respuesta histórica sinequanom en la lucha antiimperialista. De allí que estos lideres del panarabismo se inspiraron en la inclusión y en los valores de pueblo ancestral semita, y en los albores de este movimiento, coronaron como una de las más estratégicas acciones: la nacionalización Canal de Suez (1956), la creación de la República Árabes Unidas (RAU) mientras se enfrentaban temerariamente a los embates, y constantes provocaciones, sionistas apoyados por ONU
(Organización de las Naciones Unidas), como fue la ocupación judía, tras la creación del estado de Israel (1948).

En este sentido el panarabismo, es la síntesis caleidoscópica de la identidad de los pueblos árabes, es además un proyecto civilizatorio del Islam político, alternativo al occidental, fundamentado en el Corán: sinónimo de compromise con la igualdad, la fe, la soberanía, y una de las vías para que la mayoría musulmana, oprimida y desplazada, ayer y hoy, asistiera al amanecer de una verdadera revolución inspirada en el antiimperialismo, en una reforma agrarian para la vida, sacudiéndose el subdesarrollo impuesto desde afuera y
recuperando la dignidad mancillada.

El panarabismo alcanzó su máxima expresión en la llamada Liga de países árabes, organización que hoy nada tiene que ver con los objetivos para los que fue concebida, por lo que vemos con gran horror el genocidio del pueblo musulmán, ampollado por sus voceros, también vemos el exterminio y amenaza sobres de los lideres que no pactan con los interés multinacionales y el bombardeo de la soberanía, ello aunado al bloqueo, la supuesta ayuda humanitaria en tanto formas de saqueo de última generación.

Vemos a CNN, vemos a noticias24, vemos a la Televisión Española (TVE) que encarnan a los actores de la misma película de ayer, sin cortes comerciales, bajo el esquema de transmitir en cadena por las empresas de comunicación transnacionales, el mismo paquete cerrado, con imágenes montadas de la orquestada primavera árabe, para legitimar la acción extranjera, que no es otra cosa que la guerra de las superponencias por apoderarse de las riquezas a toda costa.

Esperamos ver más pronto que tarde, que la semilla de la unidad árabe, se haga millones y nazcan millones de Nasser, miles de Gaddafi para liberar a este pueblo, que es uno solo, el pueblo árabe.


Autor Solcire Pérez Blanco

Estudiante del Diplomado en Saberes Africanos


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