Caen las pesadas estatuas al abismo del no regreso
De George Floyd a la guerra total contra el sistema mundial imperante
Reinaldo Bolívar
Cuatro jóvenes blancos y uno negro, ruedan por las calles de Bristol la pesada estatua de bronce del esclavista inglés Edward Colston, a la que poco antes habían derribado de su pedestal.
Una multitud de personas, en su mayoría blanca, aplaude a rabiar cuando la descomunal escultura cae al lago, Con ella cae también el velo de una historia europea que premió al esclavismo por siglos. Colston es el emblema de una Inglaterra que en los siglos XVI, XVII y parte del XVIII apoyó con sus barcos el tráfico esclavista, y que llevó esclavizados de África para sustituir a los originarios muertos o desterrados del Caribe Insular.
Colston es el símbolo de aquellos que invierten sus fortunas de sangre en limosnas como construcción de hospitales y templos. Imagen de una Gran Bretaña que se ha negado a reconocer el genocidio indígena y africano cometido en esos siglos, por lo que no acepta reparar el daño histórico causado. Todavía sus gobernantes contratan asesores que sostienen que las personas negras son “intelectualmente inferiores”.
Derribar estatuas es un poderoso símbolo de cambio. En 2004, la de Cristóbal Colón fue juzgada y arrastrada en Caracas para dar el mensaje de liberación del yugo colonial. Si “300 años de calma no bastan”, 500 son absolutamente insoportables. Sin embargo en Venezuela todavía quedan sitios públicos con nombres que retrotraen al sometimiento y genocidio que trajo consigo la colonia, verbigracia la principal autopista de Caracas, en cuyas postrimerías como reviviendo un río sangriento de memoria histórica, fue quemado por los herederos de la opresión, el negro Orlando Figuera.
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