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Cultura y deportes

Simbología Adinkra en movimiento: El falso relato de Tradición vs. Modernidad

Nam Poro A- Cuando el pez se pudre símbolo de la corrupción en el liderazgoNam Poro A- Cuando el pez se pudre símbolo de la corrupción en el liderazgo

Tradición y África son dos palabras que suelen estar vinculadas en el imaginario colectivo occidental. Las culturas tradicionales evocan a las raíces y la identidad de un pueblo, pero el mismo adjetivo a la vez constriñe la cultura en cuestión a un contexto determinado y a un tiempo remoto, lo que condiciona e impide una lectura profunda del grupo cultural. A continuación veremos a través del ejemplo de la simbología Adinkra, procedente de Ghana, cómo este tipo de mirada está vigente.

La simbología Adinkra es un sistema de escritura basada en el uso de pictogramas o ideogramas, es decir, un conjunto de símbolos que sintetizan diferentes concepciones de la realidad akan que se transmite, a la vez, a través de su tradición oral. Estos signos pueden ser figurativos o abstractos y aparecen estampados, grabados o forjados en diferentes formatos y soportes. Tradicionalmente los akan utilizan el textil Adinkra como un medio donde plasmar el complejo sistema codificado que en sus orígenes explicaba su visión del mundo.

Logotipo de la Universidad de Ghana con el símbolo Dwennimmen en el centroLogotipo de la Universidad de Ghana con el símbolo Dwennimmen en el centroActualmente los akan habitan en gran parte del sur de Ghana y una parte del sudeste de Costa de Marfil. Según G. F. Kojo Arthur, los akan usaban la ropa en tratados comerciales con pueblos del Sahel, Sáhara y pueblos africanos mediterráneos. Hasta que llegaron los europeos. Fue entonces cuando la simbología Adinkra comienza a categorizarse como manifestación o hecho cultural propio de la tradición africana, una idea de tradición que es fruto, según el curador y crítico de arte cubano Gerardo Mosquera, de la herencia colonial europea porque con esta se posicionó la cultura europea en el centro del imaginario colectivo global, lo que excluyó al resto de culturas precoloniales al exilio de un contexto aislado del resto del mundo al categorizarlas con etiquetas como tradicionales, antiguas o primitivas.

Pero la realidad es totalmente diferente. La simbología Adinkra es un ejemplo claro de manifestación cultural africana ligada a una determinada tradición, pero en coexistencia con otras comunidades oeste-africanas de las cuales incorporó técnicas, objetos y símbolos. Habitualmente la apropiación cultural por parte de una comunidad receptora se realiza según sus necesidades y/o intereses. De esa forma el hecho cultural se transforma y fluye con el tiempo y la circulación geográfica.

Con la independencia de la República de Ghana en 1957 nació la necesidad de forjar una identidad nacional para unificar los distintos pueblos que habitaban el país. El gobierno apropió la simbología Adrinka, entre otras manifestaciones culturales, como parte de la estética para construir la identidad ghanesa desde la africanidad en contraposición al colón europeo. Esta aplicación en los símbolos nacionales se puede apreciar, según G.F. Kojo Arthur, en objetos de consumo doméstico como sellos, monedas, etcétera, pero también en logotipos de instituciones nacionales y edificios públicos aún presentes en la actualidad.

Actualmente nos encontramos en la era de la globalización, pero la cultura occidental aún permanece en el centro. El avance tecnológico ha posibilitado la conexión global y permite la difusión de producciones culturales locales a la misma escala, por eso también nos encontramos en el período histórico con más riqueza y diversidad cultural. La principal problemática consiste en que el nuevo interés por las culturas no-occidentales no nace de una voluntad de situarlas en el mismo plano de las culturas de los centros. Esta voluntad condiciona a las culturas periféricas según lo que se espera desde el consumo de los centros.

En el mundo del arte estas desigualdades son fácilmente percibidas. El surgimiento de grandes muestras artísticas del continente como DAK’ART, la Bienal de Arte Africano Contemporáneo, refleja esa necesidad de crear un espacio dedicado al arte contemporáneo de artistas africanos debido a su poca presencia en las Bienales Internacionales de Arte Contemporáneo. Si no fijamos en la última Bienal de Venecia, de los 120 participantes solo seis proceden de algún país africano (dos de Marruecos y los demás de Nigeria, Argelia, Zambia y Mali) y de los 85 pabellones nacionales solo seis también son africanos (Angola, Egipto, Costa de Marfil, Kenia, Nigeria y Sudáfrica).

Veamos dos ejemplos de artistas contemporáneos africanaos que incorporan la simbología tradicional en sus narrativas visuales:

Atta Kwami

Pintor, curador e historiador de arte ghanés con cierto recorrido en varios países africanos, europeos y estadounidenses. Su obra se caracteriza por la combinación de colores y formas mediante diferentes técnicas y soportes. Se puede apreciar la referencia estética de las piezas de Kwami con la tradición textil Kente y la cultura visual ghanesa. El dialogo del artista con la tradición es el punto de partida hacia otros ritmos, estructuras y composiciones.

Owusu-Ankomah

Conocido por sus cuadros, donde hace entrever siluetas humanas en medio de un cosmos de símbolos diversos entre los que figuran los Adinkra como nexo que refuerza el vínculo entre el artista ghanés y la tradición de su país de origen.

La mutabilidad y transformación constante constituye parte de la naturaleza de cualquier cultura que existe. Negar esta cualidad fluida es perpetuar la falsa imagen de pureza de identidad. Es por ello que cabe reflexionar sobre mediante qué circuitos de poder circulan las representaciones artísticas y respetar las narraciones visuales de quienes se ven en desventaja.


 Fuente: Wiriko
Observatorio de Medios del centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños.

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