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Cultura y deportes

Rostros Revolucionarios: Ngola Nzinga, precursora de la Independencia

Ngola NzingaNgola Nzinga

Colección "Rostros Revolucionarios" del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños - Ilustración: Jorge Cruz.

 

La clásica historia de África, la que nos impusieron desde Europa, que repiten los medios de difusión masiva, mutila adrede la historia africana. Sus personajes desaparecen, sus luchas se omiten.

Lea por ejemplo, la Enciclopedia “Protagonistas de la Historia” de Espasa Siglo XXI. Haga este ejercicio, busque a “Cabral, Amílcar”, a “Samora, Machel”, “Sankara, Thomas”. Inútil esfuerzo…Tal vez, encontrará a algún africano si ha sido presidente de su país y no ha tenido “desviaciones izquierdistas”.

Repita el ejercicio con el Pequeño Larousse, la Enciclopedia Británica. Esa es la estrategia occidental, los héroes y heroínas, las grandes luchas son ubicadas de acuerdo a los vencedores y a los usurpadores imperiales.

En la enciclopedias y libros euro céntricos, encontrará como máxima referencia la historia acomodada de la esclavitud. Y claro está, se hallará con justificaciones irónicas como que los africanos esclavizaban a sus propios paisanos para venderlos. Una simple explicación que no profundizaba las causas del cambio de modelo en África, impuesto por los invasores.

No va encontrar la prehistoria africana, ni siquiera lo que ocurrió antes de 1400 d. C. Es decir, los africanos no existían para los historiadores. Algo similar a lo que intentaron con Abya Yala (América).

Todo parecía suceder a partir de 1492, cuando llegó el embaucador Cristóbal Colón. De quien nos hicieron creer que fue el primero que arribó a estas tierras. Nunca dirán que fueron los africanos los primeros, concretamente llegaron de Malí.

Es ahora cuando hay esfuerzos como la “Historia General de África” editada por la UNESCO, las Biografías Africanas y algunos sitios web que empiezan a enriquecerse con la historia africana.

 

Aquella historia africana

El gran bosque proporcionaba ambiente, casa, agua, pescado, proteínas, vegetales y en especial paz. Todo propicio para el desarrollo poblacional, para el progreso. El bosque y su magnánima riqueza hizo del hombre y la mujer grandes artesanos de la madera y de los metales; de la bella cestería, surgieron los alfareros y el auge de la sal para el sabor y para la conservación de los alimentos. El generoso bosque fue la cuna de los grandes reinos africanos.

Sus dioses eran “los genios de la tierra” y sus antepasados; a ambos rendían culto. El trueque era muy común entre los cazadores que intercambiaban carne por puntas de flecha de hierro. Cuando los portugueses llegaron ya aquellas culturas de África Central utilizaban la moneda de cobre, debido al crecimiento del comercio; la sal también fungió de unidad de cuenta.

A la cabeza de los reinos estaban las mujeres. Era aquella zona bantú una sociedad matrilineal, desde la hoy Namibia hasta Tanzania, así sería hasta bien entrados los años 1500, cuando trascienden a patrilineales, salvo los lubas.

En Angola y Namibia encontramos una de las primeras organizaciones de estado, “el quilombo”, de estrictas e inevitables reglas organizativas, con fuertes rasgos militares. En la zona había doce estados bien poblados, con ciudades amuralladas y alto poder bélico para la defensa y el eventual ataque. En la costa estaban los dos grandes reinos Congo y Loango, y en el interior el Gran Makoko.

 

La Reina Nzinga Mbandi

De esa historia que nos contaron, viene una gran mujer, nacida en la hoy Angola. Nzinga Mbandi Ngola, en 1581, del próspero pueblo Mbundo . También conocida como Jinga, Ninga, Zhinga o Ginga. Para nosotros Nzinga, quien se convertiría en la Ngola (la reina).

África Central no fue dócil a la conquista portuguesa. En las islas San Tomé y Príncipe, convertidas en grandes cañaverales, se produjo el levantamiento del Rey Amador (1596) que resistió a los portugueses hasta que fue capturado y asesinado. Las conquistas de las costas e islas de esa parte de África eran esenciales para que Portugal controlará la navegación en la zona en pro de su comercio de especies y de esclavizados.

Esa temprana acción portuguesa en África Central y Austral muestra que Europa tenía ya varios siglos, antes de la Conferencia de Berlín, saqueando al Continente Madre.

Madre,

Negra,

Cimarrona;

Iemanjá,

Oxum

e Iansá a la vez

                                                                                                                                           Cristina Rodríguez Cabral

 

Con esa mujer se enfrentaron los imperialistas portugueses que llegaron a 1578 a esa región. Los reinos de Angola fueron ocupados por el Imperio de Portugal para establecer allí su centro de tráfico con esclavizados y para extraer su gran riqueza artesanal y minera. Desde allí llenarían de penurias a los territorios vecinos. Diez mil bantúes eran llevados a Brasil cada año del siglo XVI.

Nzinga, era hija del rey Ngola Kilimji, héroe de la resistencia contra las invasiones portuguesas. El padre de la Nzinga logró poner a raya a los invasores. En 1620 lo atacó de tal forma, para impedir la construcción de una fortaleza en Cabaça, capital do reino do Ndongo, que los portugueses se rindieron y salieron de la ciudad. No obstante pronto reiniciarán las hostilidades. Los gobernadores incrementan la devastación y el tráfico de esclavizados.

Era una familia de luchadores por la soberanía. El hermano de esta valerosa mujer Ngola Mbandi, llegó al trono y continuó la batalla de su padre, Nzinga fue su consejera. Tenía dotes de negociadora, fue embajadora de su reino ante los portugueses con quienes firmó varios acuerdos y tratados de paz. Claro está, era difícil que los invasores, sedientos de riquezas, cumplieran los pactos. Nzinga bien lo sabía.

Un cronista portugués, sin duda impactado, cuenta a su modo la apariencia de la Princesa la primera vez que fue a conversar con el gobernador portugués:

La primera vez que fue presentada a la audiencia, apareció cargada de piedras preciosas, curiosamente adornada con plumas de varios colores, majestuosa en tamaño y rodeada de gran grupo de doncellas, los esclavos y los oficiales de su corte.  

Ese día, recuerda el cronista, intentaron humillarla haciendo que se sentara en el piso mientras hablaba con el gobernador, y éste en una preciosa silla. Las doncellas de Nzinga, debidamente preparadas, formaron una silla humana, en la cual la Princesa se sentó con más majestuosidad que el invasor.

Quedaron aún más sorprendidos al escuchar la elocuencia con la que aquella mujer se expresaba y argumentaba. En esa oportunidad Nzinga como estrategia para captar aliados se bautiza y recibe un nombre cristiano que jamás usará entre su gente con quienes seguirá profesando su fe a los genios y a sus antepasados.

En 1624, muere su hermano Kilimji sin poder regresar a la capital del reino, dado que los lusos no cumplen lo acordado con la embajadora Zinga. Ella, entonces, arriba al poder. Las exigencias de los portugueses fueron aumentando y con ellas el desacuerdo de Nzinga con respecto a las condiciones que imponían, entre ellas la de que bautizará a todos sus súbditos.

Nzinga, desafía a los portugueses, ordenando la liberación de los esclavizados y abandonando públicamente su nombre cristiano, al igual que sus hermanas Kifunji y Mukumbu (Gracia y Bárbara) y centra sus esfuerzos en recuperar la independencia política y territorial de su pueblo. De inmediato profundiza sus reyertas por la integridad de su territorio y contra la esclavitud.

Miles de esclavizados se fugan de los lugares ocupados por los portugueses y se suman al reino de Nzinga. Esta situación preocupa a la corona lusa que ve peligrar sus crueles negocios en África. La fuga de los esclavizados fue el gran método de resistencia del momento, el gran grito de libertad contra el invasor.

El gobernador acusó a Nzinga por la situación y de negarse a regresar a los fugitivos. En su vida libre aquellos hombres y mujeres estaban dispuestos a morir en libertad que permanecer encadenados. Para los que aún permanecían presos, la Ngola Nzinga era la esperanza de volver a la vida del bosque.

Sin usar las armas, solo con su habilidad y palabra Nzinga había puesto a los invasores en serios aprietos. No tenían como explicarle al monarca luso y no se atrevían a hacerle la guerra a una enemiga que antes habían reportado como “mujer de paz”.

El gobernador de turno, prepara la guerra contra la valerosa mujer. Escribe a su rey que Nzinga es una tirana despiadada que no tiene piedad en matar a sus propios hermanos. Dice, también, que no es la legitima reina, que es una usurpadora y debe someterse a la autoridad del rey de Dongo que formalmente debía obediencia a la Ngola Nzinga.

La reina, recurre a toda su diplomacia para convencer al rey de Dongo de desistir de su pacto con los portugueses y evitar así una guerra entre hermanos. Alcanza su cometido y unifica el reino. Con este argumento, el gobernador portugués ordena la captura de Nzinga, poniendo precio a su cabeza.

En 1624, el gobernador recibe la autorización para iniciar la guerra contra Nzinga, quien resiste los ataques de los soldados invasores. El 12 de junio de 1626, en la Batalla de Mapolo los portugueses cometen una espectacular carnicería contra el pueblo angolano. Nzinga logra evadir el cerco, demostrando sus habilidades de guerrera

Utilizando al máximo todo su poder bélico y el factor sorpresa derrocan a Nzinga y nombran un rey fraudulento. Nzinga perseguida busca otro centro de lucha e instala su reino en Matamba. Allí, utilizando sus habilidades diplomáticas, forma una gran alianza entre todos los enemigos de Portugal, incluidos los holandeses.

Nzinga, empedernida trabajadora por la libertad junto a los ngolas de Kasanje, Congo, Dembo y Kissama constituyen un ejército creativo, con tácticas novedosas. Era el año 1630. Una guerra continua sacude las pretensiones portuguesas, no hay ni un solo día en el cual el ejército aliado de centroafricanos, cual guerrillas, agrupados en quilombos, no atacará a los invasores.

En 1643 la fuerza armada de Nzinga propina una gran derrota, la más grande sufrida por el imperio luso, en Mbaka y recupera Luanda, la capital. Los portugueses intentan un acuerdo de paz para ganar tiempo en espera de refuerzos, la Ngola, que los conoce no acepta. El imperio luso refuerza sus tropas. La guerra se prorroga aún más. Mientras continuarán las importantes victorias nzingas hasta 1648.

Ya acorralados, para intentar desmoralizar a la Ngola, los imperialistas asesinan a su hermana Kifunji en 1647 y secuestran a su otra hermana, Mukumbu, en 1648. Golpeada por la situación familiar, Nzinga, pierde una batalla decisiva. De esta manera Portugal recupera Luanda. La reina Nzinga, se retira a Matamba a recuperar sus fuerzas.Con la presencia de la sagaz Nzinga, el Reino de Matamba se fortalece y gana el respeto de sus enemigos.

Después de ocho años en 1656, logra rescatar a su hermana secuestrada, tras un canje de prisioneros. Los portugueses, atemorizados por la habilidad de la Ngola, optan por dejarla tranquila en Matamba. Nzinga los había mantenido en jaque durante 18 años.

Los portugueses redoblaron sus fuerzas para impedir que la valiente mujer retomara la plenitud del reino. La Ngola Nzinga, anciana, muere a los 82 años de edad, en 1663, manteniendo la independencia de su reino y el respeto del reino de Portugal.

La historiografía la recuerda así: En los últimos 100 años, la literatura y la poesía de Angola han privilegiado como tema central a la reina Nzinga en algunas obras y ensayos, pero especialmente en la región del viejo Reino de Ndongo , Nzinga es la protagonista de las leyendas y mitos tradicionales que perpetúa su memoria en todas las generaciones (Miller, Joseph)

Los movimientos independentistas de Angola entre 1960-1970 coinciden en destacar a Ninga como una líder de la resistencia “proto–nacionalista”. Cuando visiten Luanda, busquen la calle que le rinde honor a esta gigante de la resistencia africana.

A las de siempre,

las pioneras

las infatigables hijas de la Noche

Mujeres Negras

que ennoblecen la historia.

Y para aquellos hombres

que también lo hacen. Axé.

                                                                                                                                     Cristina Rodríguez Cabral, uruguaya

Tomado de Africa Revolucionaria, 3ra. edición. Autor: Prof. Reinaldo Bolívar, Director-Fundador del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños
Observatorio de Medios del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños

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