img 01
El delta del Níger es uno de los 10 ecosistemas de humedales y costas más importantes del mundo, pero la contaminación causada por derrames de petróleo lo está convirtiendo en una fosa común de millones de seres humanos.
Esa región del sur nigeriano es la principal productora del hidrocarburo en el continente africano. La mayor transnacional petrolera que explota el recurso es la anglo-holandesa Royal Dutch Shell, señalada como la ecocida, culpable del envenenamiento de ese paraíso de la naturaleza.
En los últimos 10 años se registraron en esa zona, habitada por más de 30 millones de personas, 3 000 derrames de crudo —para un equivalente aproximado de 1,5 millones de toneladas del combustible fósil— con el correspondiente impacto negativo sobre su biodiversidad.
En términos técnicos, la contaminación ambiental incluye entre sus definiciones la vinculada con la incorporación a los receptores de sólidos, líquidos, gases, o sus mezclas, que alteren de manera desfavorable las condiciones naturales del ambiente, o que puedan afectar la salud, higiene o el bienestar de las poblaciones.
Lo anterior concuerda con lo que ocurre en el delta del Níger, hacia donde el gobierno del presidente nigeriano, Muhammadu Bujari, destinó un presupuesto de 1 000 millones de dólares para tareas de descontaminación, aunque se reconoce que es un propósito difícil y muy complejo, toda vez que se descuidó por años.
El panorama actual es de terrenos empobrecidos cubiertos por capas de petróleo, arroyos y cauces fluviales envenenados, ríos cuyas aguas pese a cualquier purificación dejaron de ser fuentes de agua potable y la permanencia del combustible en su superficie se encargó de aniquilar raras especies de aves, peces y mamíferos.
La sucia mano de la Shell
Royal Dutch Shell es una de las cuatro principales compañías del mercado petrolero a nivel mundial. Los resultados de sus actividades en el delta del Níger reciben severas críticas de organizaciones ecologistas y defensoras de los derechos humanos, e informes de ONU certifican los daños causados por esa transnacional.
La compañía extrae crudo en el delta del Níger desde 1958 y, hoy día, cuenta con medio centenar de pozos petroleros y 5 000 kilómetros de oleoductos, en su mayoría obsoletos y en malas condiciones de mantenimiento, los cuales son susceptibles de ocasionar derrames del hidrocarburo.
Según Leonardo Boix, la Shell admitió que hubo 1 693 derrames de petróleo desde 2007 en esa región, lo que representó 55,8 millones de litros de crudo vertidos al ecosistema, aunque se estima que en realidad las cifras son muy superiores.
De acuerdo con el criterio de expertos, 50 años de envenenar el delta del Níger no pueden neutralizarse en un pestañazo y peor si este es para cerrar los ojos y no ver, de ahí, afirman, que demorará más de 30 años acabar con esa degradación ambiental y que antes de empezar se deben eliminar las fuentes de nuevos focos contaminantes. Eso si quieren salvar al paraíso, algo que está por verse.