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Opinión

Beatriz Aifil: La muerte de Floyd resquebraja la supremacia blanca de EEUU

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Entrevistada: Beatriz Aiffil 

Ante los acontecimientos de los últimos días en Estados Unidos (EEUU) por la muerte de George Floyd, y el inminente descrédito y posible descalabro de Donald Trump, conversamos con Beatriz Aiffil, activadora social de movimientos afrodescendientes en Venezuela.

— La supremacía blanca de Trump, su misoginia, homofobia y racismo, y el conservadurismo cristiano evangélico en Estados Unidos…

— Trump forma parte de un entramado de republicanos y conservadores donde no importa cómo se llame el presidente. La forma no cambia la esencia. Hablamos de la supremacía blanca, del conservadurismo cristiano evangélico blanco. Trump muestra su grosería y rudeza, se autoproclama “elegido” con toda su carga religiosa y le calza perfecto. No es como ellos, pero es el que viene a librarlos de las garras del comunismo, del abortismo, de los LGBTI, de las familias no convencionales y todo ese pensamiento progresista. Es el elegido y viene a poner orden, a recuperar la moral perdida aunque él mismo sea cuestionable. Viene a meter en cintura a negros, latinos, árabes, chinos, a los pobres que viven de la caridad social.

—El asesinato de Floyd, la respuesta del pueblo norteamericano y la política represiva de Trump…

— A George Floyd lo mataron –expresa Beatriz– pero Floyd tiene detrás una cadena de asesinatos de las fuerzas policiales que se sienten con autoridad para cometer excesos.

Para el Estado las víctimas son culpables o cómplices de sus propias muertes. Hay un sistema que protege y apaña las acciones policiales, y un racismo entronizado en esa sociedad. Pueblos en desventaja ante el que se considera e impone como raza superior.

En su sistema de gobierno los estados son autónomos, tienen sus propias leyes, sujetas a la Constitución Nacional. Por eso la respuesta, en cada estado donde se presentan disturbios, varía según el gobernador y su afiliación política. Desde el gobierno central, la respuesta de Trump ha sido balas y amenazas con despliegue militar para poner fin a la movida popular producida por el asesinato de Floyd. Pero Floyd es simplemente un punto de ignición en esa sociedad con un acumulado de hojas secas que esperaban ese punto para arder en el fuego de la purificación. No es necesario hablar de los estragos de la pandemia en la sociedad gringa. Hay un acumulado de desempleados, gente sin acceso al sistema de salud, muriendo con o sin COVID-19.

— ¿En qué punto se encuentra Trump hoy?

— En la puerta de salida de la historia –asegura Beatriz–. En los EEUU cada presidente es peor que el anterior. Sin embargo, son como el dólar para nosotros, si baja su cotización, la de nuestra moneda sube. Si el presidente de EEUU es peor, en el mundo crecen las posibilidades de que el nefasto imperio se desplome. Hace años dedicamos la Feria Internacional del Libro de Venezuela a la posible caída del imperio: “Estados Unidos, una Revolución Posible”. Esa posibilidad está cada vez más cerca y Trump ha sido el instrumento. Ante esta inminente caída, recrudecen los ataques hacia lo externo. El asedio a nuestra revolución y la implementación de esta guerra multiforme, con un saldo inmenso de víctimas no contabilizadas en campos de batalla no convencionales por falta de medicinas o alimentos y en diferentes situaciones que tienen como detonante la xenofobia.

— ¿El pueblo estadounidense, los afroestadounidenses, latinos, migrantes y clase pobre?

— Ese establishment estadounidense –comenta Beatriz– tiene sus aliados en el exterior, Inglaterra e Israel. Pero así como tiene aliados y enemigos a lo externo, la meca del capitalismo tiene su propio enemigo interno: los pobres. Ellos tienen rostro, son descendientes de esclavos, indígenas, inmigrantes latinoamericanos y blancos abandonados a la marginalidad producto de esa aberrante concepción del “patio trasero”.

Son los que sufren los embates de la pandemia del coronavirus. Ellos iban a explotar con o sin Floyd, porque han aguantado mucho. El desempleo y la falta de seguridad y atención ante esta enfermedad inesperada. Estaban aletargados observando su territorio y su gente vulnerada por la catástrofe del COVID-19. No esperaban elecciones, no les entusiasma.

Esperaban algo, sucedió en Minnesota y tomaron las calles.

— ¿Y los movimientos sociales?

— Los movimientos afro están lidiando con el american way of life, que promueve el individualismo y consumismo, con empresarios que toman las banderas negras como fuentes de ingreso, convertidas en mercancía vacía de contenido. Gobiernos que han coincidido en su rechazo hacia el negro. Desde el oprobio que vivió el continente a partir del siglo XVI con la trata de mano de obra esclava marcada por la carimba y por su color de piel. Un país donde en pleno siglo XXI existe el Ku Klux Klan que no deja morir esa ley que tenía como cosecha, negros colgando de los árboles. Cambiaron capuchas por uniformes, las víctimas siguen siendo afroestadounidenses y los ejecutantes, policías exculpados, si los detienen. Donde muchos se ufanan de ser practicantes de la supremacía blanca.

— ¿Y los movimientos de la negritud afroestadounidense?

— Ellos están llamados a retomar sus banderas y a no entender la situación de manera coyuntural. No se trata de Floyd, sino del conjunto de hombres y mujeres muertos en este siglo XXI por excesos policiales, cuando no existían cámaras que revelaran la verdad, y los que siguen muriendo sin registro y notoriedad. Quítenle el nombre de Floyd y pónganle Eric Garner, que igual murió asfixiado en Nueva York a manos de un policía y generó toda una movida con la frase “No Puedo Respirar” (I can’t breathe); o Michael Brown, en Ferguson (Missouri), que reactivó una oleada de protestas de Las Vidas Negras Importan (Black Lives Matter), denle nombre de mujer Sandra, Atatiana, Breona que no escaparon de esa tragedia.

Pónganle nombre de las víctimas de grupos supremacistas desde los años 60; de negros asesinados por derecho de sus amos y sin justicia durante el tiempo de la esclavitud; de condenados a muerte injustamente. Incluyan a brasileños, a líderes y lideresas políticos y ecologistas en Latinoamérica, víctimas de gobiernos y corporaciones gringas. Pónganle nombre de líderes africanos como Lumumba o Machel, muertos por la CIA, el sionismo y transnacionales y como Ken Saro Wiwa en Nigeria. Hay mucha injusticia, pero eso puede cambiar si se debilitan las patas de EEUU, de sus aliados naturales (Israel e Inglaterra) y la Unión Europea, y sus políticas de exterminio. Estamos en un momento coyuntural.

Veremos si triunfa la justicia, la no discriminación, el mundo del Ubuntu donde estamos a favor de la humanidad, donde la vida de todos importa, o lo otro.

El movimiento afroestadounidense –finaliza Beatriz– es crucial y atraviesa un delicado momento. Sus voces pueden ser calladas con drogas, cárcel y muerte como en los tiempos de las Panteras Negras y el Black Power. Todo eso que genuinamente ha surgido hoy:

DiSuNombre, LasVidasNegrasImportan, NoPuedoRespirar puede convertise en marcas comerciales al servicio del mercado.


Fuente: CCS
Beatriz Aifil  
Poeta y socióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Formó parte de la Asociación Venezolana de Estudios del Caribe y fundadora del Centro de Saberes Africanos. Se ha dedicado a la educación, investigación, comunicación y al quehacer cultural. Militante del orgullo y la conciencia negra, pertenece al colectivo de afrodescendientes “Trenzas Insurgentes”. Escribió la columna “En Negra Tinta” del Correo del Orinoco y la columna “Trenzas Insurgentes” de Ciudad CCS. Conductora del programa ¡Háblame Afro! para RNV. Organiza Poesía al Abrigo del Baobab y la Merienda de Negr@s.
Publicado por: AISUR

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