Cyril Ramaphosa 1
Trump confronta al presidente de Sudáfrica en la Casa Blanca
El presidente de Estados Unidos mostró un video y hojeó artículos de lo que dijo eran pruebas de una persecución racial contra sudafricanos blancos. El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, intentó corregirlo.
Por Erica L. Green y Zolan Kanno-Youngs (Erica L. Green y Zolan Kanno-Youngs cubren la Casa Blanca)
En un sorprendente enfrentamiento en el Despacho Oval el miércoles, el presidente Donald Trump fustigó al presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, con falsas afirmaciones sobre un genocidio contra granjeros blancos afrikáneres, hasta el punto de incluso bajar la intensidad de las luces de la sala para mostrar lo que dijo que eran pruebas en video de su persecución.
Se esperaba que la reunión fuera tensa, dado que Trump ha suspendido toda ayuda al país y ha creado una excepción a su prohibición de acoger refugiados en beneficio de los afrikáneres, acelerando su camino hacia la ciudadanía incluso mientras mantiene fuera a miles de otras personas.
Pero la reunión se convirtió rápidamente en una cruda demostración de la creencia de Trump de que el mundo se ha alineado contra las personas blancas, y de que las personas negras y las minorías han recibido un trato preferencial. En el caso de Sudáfrica, esta creencia se ha inflado hasta el punto de convertirse en una afirmación de genocidio
Al principio, los dos líderes parecieron pasar por alto las cuestiones más polémicas, centrándose en cambio en el golf y en un poco de política exterior. Ramaphosa llevó como invitados a dos golfistas sudafricanos, Ernie Els y Retief Goosen, en un guiño al deporte favorito del presidente estadounidense.
Pero la reunión viró de rumbo cuando un periodista preguntó qué haría falta para que Trump cambiara de opinión sobre la inexistencia de un “genocidio blanco” en Sudáfrica.
Ramaphosa, respondiendo por el presidente, dijo que “hará falta que el presidente Trump escuche las voces de los sudafricanos”.
Trump tenía preparada su respuesta. “Baja las luces y simplemente pon esto”, dijo a sus ayudantes.
Acto seguido, empezó a retumbar un video que incluía imágenes de personas que llamaban a la violencia contra los granjeros blancos de Sudáfrica. Una parte del video mostraba cruces blancas plantadas junto a una carretera rural que se extendía a lo lejos, y que Trump dijo que formaban parte de un cementerio de granjeros blancos asesinados. En realidad, las cruces fueron colocadas por activistas que protestaban contra asesinatos de granjeros.
Hacia el final del video, con el presidente sudafricano mirando atónito, Trump empezó a repasar las hojas que tenía impresas y que aparentemente mostraban víctimas blancas de la violencia en Sudáfrica, repitiendo: “Muerte, muerte, muerte”.
En al menos una de las escenas del video parecía sonar el grito de guerra “Mata al bóer”, que funcionarios estadounidenses y activistas afrikáneres han citado como prueba de que se persigue a los sudafricanos blancos. Bóer significa agricultor en neerlandés y afrikáans.
El partido gobernante de Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano, se distanció hace años de la frase, popularizada por el líder de otro partido político.
Ramaphosa dijo que el video no mostraba el panorama completo de su país.
“En Sudáfrica tenemos una democracia multipartidista que permite a la gente expresarse”, dijo Ramaphosa a Trump. “La política de nuestro gobierno es totalmente contraria a lo que él estaba diciendo”.
Ramaphosa reconoció que su país sufría un problema de delincuencia. Pero su delegación intentó explicar que se trataba de un problema generalizado y no específico contra los sudafricanos blancos.
“Nelson Mandela nos enseñó que, cuando hay problemas, la gente debe sentarse a la mesa y hablar de ellos”, dijo Ramaphosa.
Ha habido asesinatos de sudafricanos blancos, pero las estadísticas policiales no muestran que sean más vulnerables a los delitos violentos que otras personas. A los sudafricanos blancos les va mucho mejor que a los sudafricanos negros en prácticamente todos los indicadores de la escala económica.
El encuentro ejemplificó en muchos sentidos la preocupación selectiva de Trump por los derechos humanos en otros países.
Aunque hoy blandía acusaciones de maltrato a los blancos en la Sudáfrica democrática, hace apenas una semana viajó a tres países del Medio Oriente gobernados por regímenes represivos y les dijo que no les daría lecciones sobre cómo tratar a su propia población.
Visitó alegremente y elogió al príncipe heredero saudí quien, según la CIA, ordenó el asesinato y descuartizamiento de un periodista de The Washington Post durante el primer mandato de Trump. Trump no ofreció ni una palabra de reproche.
En cierto modo, el encuentro fue un recordatorio de la visita del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, al Despacho Oval en febrero. Trump y el vicepresidente JD Vance reprendieron a Zelenski ante las cámaras de televisión, interrumpiendo una visita destinada a coordinar un plan de paz.
La reunión del miércoles con Ramaphosa también resultó sorprendente por la forma en la que Trump desestimó los intentos de refutación de sus afirmaciones marginales por parte de quienes más sabían de ellas.
Trump miró con desaprobación y desestimó a Ramaphosa y a su delegación durante la reunión, que incluyó a una mujer negra que intentó explicar que en el país también se cometen crímenes brutales contra las personas negras.
En contraste, Trump bromeó y escuchó atentamente mientras Els, Goosen y Johann Rupert, un multimillonario sudafricano blanco, afirmaban que la delincuencia era generalizada en la nación, no solo contra los granjeros blancos.
Ramaphosa entró en la reunión aparentemente optimista sobre la posibilidad de mantener una conversación cordial con Trump. Le ofreció presentes a Trump, incluido un libro sobre golf. Elogió la decoración de Trump en el Despacho Oval.
Incluso intentó bromear con el presidente, quien se había enfadado cuando un periodista le preguntó por un avión gratuito otorgado por el gobierno catarí.
“Lamento no tener un avión que regalarle”, dijo Ramaphosa a Trump.
“Ojalá tuvieras uno”, respondió Trump. “Lo aceptaría. Si tu país le ofreciera un avión a las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, lo aceptaría”.
Trump parecía más interesado en transmitir los argumentos de los líderes de los grupos de cabildeo afrikáneres, quienes han viajado en diversas ocasiones a Estados Unidos a lo largo de los años para recabar apoyos a sus denuncias de persecución. Cuando uno de esos grupos se reunió con los principales asesores de Trump a principios de este año, la Casa Blanca los identificó como “líderes de los derechos civiles”.
En un momento dado, Trump se refirió a otro asesor —aparentemente informal— sobre Sudáfrica.
“Elon es de Sudáfrica”, dijo Trump, saludando al multimillonario, que estaba de pie cerca, junto a Stephen Miller, subdirector del Gabinete de Políticas de Trump.
Musk ha sido una de las voces más críticas con el gobierno sudafricano, y ha arremetido contra Ramaphosa en las redes sociales.
“Resulta que Elon es de Sudáfrica”, dijo Trump. “Esto es lo que Elon quería”.
Ramaphosa dijo que también quería hablar de comercio con Estados Unidos, y Trump pareció visiblemente molesto cuando Ramaphosa habló de las ventajas de la asociación entre Estados Unidos y Sudáfrica. Trump se encogió de hombros y le entregó al presidente sudafricano los artículos que, según él, detallaban la violencia contra los granjeros blancos.
“Quiero que quedes bien”, dijo, mientras volvía a sus afirmaciones sobre la confiscación de tierras en Sudáfrica. “No quiero que quedes mal”.
Fuente: NYtimes
Publicado por AISUR


