Tanto en las sociedades africanas tradicionales, como en las sociedades urbanas, predominan, como en los otros cuatro continentes, las sociedades en las que la situación social de la mujer es inferior a la del hombre en muchos aspectos de su vida familiar, cultural, política.
En medios rurales es habitual que la mayor parte de los trabajos (cuidado de la casa y de los hijos, recogida de agua y leña, preparación de alimentos, trabajos agrícolas y atención del ganado doméstico) sean realizados por las mujeres, mientras los hombres pasan el tiempo reunidos entre ellos, bebiendo y tratando "asuntos de la comunidad". Esporádicamente, acuden al mercado para intentar vender productos que le reporte una ayuda en dinero.
La escolarización femenina es mucho menor que la masculina. En muchos casos, la elección de compañero matrimonial está supeditado al visto bueno de la familia, que mira más los intereses familiares que los de la futura esposa. Una vez casada, no tiene voz ni voto en los asuntos familiares e, incluso, no se cuenta con ella en el caso de que el marido vaya a tomar una nueva esposa.
En los nucleos urbanos, por su escasa capacitación para encontrar trabajo y ante la ausencia de oferta de empleo, muchas mujeres recurren a la prostitución como medio para tener una independencia económica al margen de la familia. La discriminación legal es habitual. Por ejemplo, en la mayoría de los casos es menor la compensación y el castigo impuesto en un asesinato, en el caso de una mujer que en el de un hombre.
En muchas sociedades, le está negado a la mujer el derecho a iniciar un proceso de divorcio matrimonial; la actividad pública es algo generalmente reservado a los hombres; las normas morales suelen ser más rígidas para las mujeres que para los hombres; la brujería, uno de los delitos más graves en las sociedades tradicionales, ha sido causa de acusación para muchas más mujeres que hombres.
Son pocas las áreas en las que la mujer tiene un reconocimiento mayor que el hombre. Por ejemplo, la maternidad suele estar más valorada que la paternidad; en algunas religiones tradicionales, suele predominar la mujer sobre el hombre, en el ejercicio del sacerdocio, intermediaria entre vivos y difuntos o como adivina; a veces, su poder ha sido tan grande que como en el caso del pueblo Zulu, han llegado a nombrar y destituir reyes, o como en el caso de Nehanda a dirigir la guerra de liberación en Zimbabwe; en muchos paises, el comercio minorista es, mayoritariamente, ejercido y controlado por mujeres.
Una excepción a la inferioridad general de posibilidades de desarrollo cultural de la mujer es el caso de Botswana. Hasta la independencia, tradicionalmente, los muchachos eran los responsables del cuidado del ganado por lo que eran muchas más las niñas que los niños que acudían regularmente a la escuela. Tras la independencia, el país se encontró con muchas más mujeres que hombres para asumir los trabajos de la administración y de la empresa privada. Esta situación trajo consigo otras consecuencias. Ante la inferioridad de la mujer dentro de la familia, donde no era extraño los malos tratos, muchas mujeres económicamente independientes, han optado por no casarse, de forma que la situación de gran número de madres solteras, habitual en muchos paises africanos, en Botswana es también habitual, pero con una diferencia: aquí es por libre decisión de las mujeres.
Mujer y Mitologia
La presencia de la mujer en la mitología de un pueblo, puede servir para conocer el papel, o la importancia, de la mujer en esa sociedad. Algunos mitos hablan de una Madre de quien descienden todos los seres humanos.
Por ejemplo, los Akposo (de Togo) dicen que cuando Uwolowu (Dios) creó a los seres humanos, hizo primero a una mujer con quien tuvo un hijo, el primer hombre. Los Ibibio (de Nigeria) dicen que los seres humanos vienen del dios Obumo que era el hijo de la diosa madre Eka-Abassi. Se habla en Africa oriental sobre una mujer virgen, llamada Ekao, que cayó del cielo a la tierra y tuvo un hijo; el hijo se casó con otra mujer y dieron origen a la sociedad humana. En una leyenda Tutsi (de Ruanda). se cuenta que la primera pareja de seres humanos vivían en un paraíso. Pero eran estériles y no podían tener hijos. Le pidieron ayuda a Dios que los ayudara, y éste hizo una figura pequeña con arcilla y le dijo a la mujer que pusiera la figura en una olla durante nueve meses. Todos los días la mujer tenía poner leche en la olla, por la mañana y por la tarde. Dios le dijo que sólo sacara la figura cuando ésta tuviera brazos y piernas. La mujer siguió estas instrucciones y después de nueve meses sacó la figura de la olla que se había convertido en un ser humano. Dios hizo más personas siguiendo este método hasta que hubo suficientes para poblar la tierra.
Algunos mitos mencionan sólo el nombre de la mujer y no el del hombre. Muchos mitos cuentan que la primera pareja fue traida por Dios del cielo a la tierra. De esta manera hablan mitos de pueblos tan lejanos unos de otros como los Akamba, Turkana, Luo, Baganda, Banyoro, Yoruba, Ibo y muchos otros. En otras, se dice que la mujer fue hecha por Dios del cuerpo del hombre, o después de que el hombre ya había sido creado, por ejemplo, entre los Kwotto (de Nigeria).
El fuego es un elemento importante en la vida humana. En algunos mitos son las mujeres quienes inventaron o descubrieron el fuego. Entre los Bambuti se cuenta que Dios les dio una norma a los primeros seres humanos: ellos podrían comer las frutas de todos los árboles, excepto las de un árbol. Las personas observaron esta regla, hasta que una mujer embarazada apremiada por el deseo le pidió a su marido para que le trajera la fruta prohibida. El marido, fue sigilosamente por el bosque cogió la fruta y se la trajo a la mujer. Sin embargo, la luna, que estaba mirando todo esto, fue e informó a Dios. Dios se puso tan enfadado que como castigo envió la muerte a la tierra.
Mujer y Salud
A diferencia de los paises del norte, en Africa y otros paises del sur cientos de miles de mujeres mueren anualmente como resultado de complicaciones relacionadas con el embarazo, consecuencia del fracaso o la ausencia de servicios asistenciales adecuados.
Muchas de las muertes ocurridas por las interrupciones del embarazo sin las necesarias medidas y medios sanitarios podrían evitarse con una mejora de los servicios de información y ayuda para la contracepcion. La postura de las autoridades religiosas, aunque no todas mantengan los mismos criterios, en general es de oposición a la utilización de medios anticonceptivos.
El SIDA, que está causando estragos en muchas sociedades africanas, es especialmente trascendental en cuanto a la transmisión de la enfermedad a los hijos, ya antes de su nacimeiento.
La mutilación genital femenina continúa poniendo la salud de muchas mujeres en riesgo, además de considerarse como un atentado a los derechos de la persona. Se estima que entre 80 y 100 millones de mujeres padecen en la actualidad esta mutilación, en zonas de 28 países de los 53 paises africanos.
Mujer y el Derecho
Los ejemplos favorables o desfavorables para la mujer, expuestos anteriormente, se manifiestan de forma muy diversa según el país o el grupo étnico del que se trate, yendo desde las sociedades, más negativamente discriminatorias para la mujer, de los paises de mayoría musulmana del norte de Africa, a la sociedad, tal vez, más igualitaria de Africa, la sociedad Khoisan.
Mujeres Maasai y la tierra
El pueblo Maasai nunca poseyó tierras en propiedad. Cuando el gobierno de Kenia comenzó un plan de distribución de la tierra, no tuvo en cuenta el que las mujeres también tenían derecho a la adquisición de tierras, y se puso como titulares a los hombres de cada familia. Actualmente las viudas y las mujeres solas no tienen derecho para poseer tierra. En la cultura Maasai existe una gran discriminación contra las mujeres. Los hombres pueden vender tierra sin la consulta y autorización de las mujeres, con lo que las mujeres y sus hijos sufren las consecuencias de estas prácticas culturales.
Herencia de propiedades de la mujer en Benín
La propiedad familiar (igiogbe) en gran parte de Benin, normalmente era un asunto masculino. Las mujeres, raramente, accedían a la propiedad de tierras. La propiedad de una mujer consistía en su ropa, ornamentos corporales, utensilios de cocina, algunos animales domésticos, uno o dos árboles frutales, y en caso de las clases altas, algunos esclavos. Cuando moría una mujer, sus propiedades eran heredadas por sus hijas salvo los árboles frutales y los esclavos que se compartían con los hijos. En el sistema colonial las mujeres comenzaron a tener derecho a la adquisición de tierras y les fue reconocido el derecho a la separación matrimonial y al divorcio. Desde entonces, la adquisición de tierras o la posesión de ellas gracias a la herencia de sus madres no ha cesado de aumentar. Como consecuencia de esta situación, son muchas las mujeres que llegan al matrimonio con propiedades importantes o que esperan a adquirirlas para casarse después, lo que les permite tener una mayor independencia económica en caso de separación matrimonial.
Este cambio ha originado graves problemas familiares nuevos. Mientras que antes, la herencia de la madre raramente era objeto de litigio entre hijos e hijas, en la actualidad, es la principal causa de rompimiento de relaciones familiares. Muchos hijos alegan el derecho de "lgiogbe" según el cual, las propiedades familiares deben pasar al hijo mayor. Y como en un principio, la decisión de estos litigios es tomada por el Consejo de Familia, formado normalmente por los cabezas masculinas de la familia extensa, no es extraño que las propiedades de la madre se ceda a los hijos varones, y que las hijas se vean obligadas a recurrir legalmente. Los litigios sobre la propiedad de tierras son, actualmente, los más abundantes en los Tribunales de Justicia de Benín. Diferentes Asociaciones de Mujeres de Benín tratan de buscar salidas a este conflicto, que a la vez que defiendan los derechos a la herencia de tierras de la mujer, se encaminen a resolver los conflictos familiares existentes.
Las Trokosis
En el extremo de la falta de derechos de la mujer, se encuentra la institución tradicional Ewe de Ghana, Benin, Nigeria y Togo (aunque de donde se tienen datos es de zonas remotas de Ghana), conocida como "Trokosis". De acuerdo a esta tradición, las familias entregan niñas vírgenes a los sacerdotes para aplacar a los dioses por los crímenes cometidos por los familiares (hasta principios del siglo XVIII, se entregaba ganado u otros bienes). Estas niñas son utilizadas como ayuda doméstica y, a veces, como compañeras sexuales. Generalmente, sirven a un sacerdote de tres a cinco años. Después de ese tiempo, la familia puede reclamarla; pero los sacerdotes exigen un precio alto, normalmente en dinero, animales y otros bienes. Si el sacerdote muere, la mujer permanece como propiedad de su sucesor. Si la muchacha muere, su familia está obligada a reemplazarla con otra virgen, y así el ciclo puede continuar durante generaciones.
Mujer y Economía
Sin entrar en el papel fundamental que la mujer juega en la economía familiar en gran parte de Africa y su posición preferente en el control del pequeño comercio, nos referiremos al instrumento financiero utilizado tradicionalmente por las mujeres de gran parte del Africa subsahariana, especialmente en Africa central, y que con diferentes nombres (musika en Congo, tontina en Camerún, etc.) funciona de la siguiente manera: Un grupo de mujeres (amigas, vecinas, familiares) se juntan y deciden crear una musika comprometiéndose las participantes a aportar regularmente (semanal, mensualmente) una pequeña cantidad de dinero. De forma rotativa, cada una de las participantes irá teniendo acceso al dinero ahorrado cuando necesiten recurrir al mismo para hacer frente a un gasto familiar, o una compra extraordinaria, o para iniciar un pequeño negocio. La imposibilidad para acceder al sistema financiero bancario ha hecho que muchas actuales empresarias africanas comenzaran su andadura a través de este sistema de financiación. Tal es el caso de la Presidenta de la Asociación Mundial de Mujeres Empresarias (FCEM), Françoise Foning. Actualmente, están muy extendidos los llamados microcréditos para la puesta en marcha de pequeños negocios personales, familiares o en cooperativa y de los que las mujeres suelen ser las principales beneficiarias. Estos microcréditos son prestados por instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionles, siendo, quizás, la institución más representativa el Banco Mundial de la Mujer, fundado por la ghanesa Esther Afua Ocloo.
Fuente: Ikuska.com
Observatorio del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños