Por: Marcel Roo
¡No, no es cierto! ¡No lo puedo creer! ¿Estás seguro? ¡No lo creo! Estas fueron las primeras impresiones de varios de mis amigas y amigos cuando se enteraron de la apabullante victoria del binomio Arce-Choquehuanca en las recientes elecciones del pasado 18 de octubre en Bolivia.
Era lógica esa duda cartesiana derivada de un ambiente de gran incertidumbre creado por una dictadura que en once meses había convertido el altiplano en un escenario de horror racista, violaciones a los derechos humanos y empobrecimiento económico del país.
Si la dictadura había llegado a esos extremos de vileza, parecía inconcebible que fuera a permitir el regreso a la democracia. Pero ocurrió, el pueblo llano con su sabiduría ancestral aceptó el reto y masivamente concurrió a las urnas electorales para decir: Aquí estamos de nuevo, en pie de lucha.