Por Oriol Sabata
Gromyko: Las oligarquías apuntan al jugoso pastel de ‘lo público’ en Bielorrusia
El pasado 9 de agosto tuvieron lugar en Bielorrusia las Elecciones Presidenciales. Casi 6 millones de ciudadanos acudieron a las urnas para depositar su voto en un país con una población total de prácticamente 9 millones y medio de personas.
Los grandes medios de comunicación occidentales habían intensificado desde hacia unas semanas una campaña de acoso y derribo al candidato oficialista Alexander Lukasehnko acusándolo de autoritario y anticipando fraude electoral. Al otro lado, la candidata opositora: Svetlana Tijanóvskaya.
La victoria de Lukashenko fue contundente: obtuvo 4.659.561 votos, lo que supone el 80,08% de los sufragios, frente a los 587.411 votos de Tijanóvskaya (10,09%).
Sin embargo, a pesar del anuncio oficial de los resultados definitivos por parte de la Comisión Electoral Central de Bielorrusia (CEC), la oposición cantó fraude, se desconocieron los resultados y movilizaron en las calles a sus simpatizantes. Tijanóvskaya se declaró ganadora de las elecciones aunque finalmente terminó viajando a Lituania.
Dsde Nueva Revolución entrevistamos a Ivan Gromyko, ciudadano bielorruso, con el objetivo de contrastar el relato que los grandes medios de comunicación occidentales tienen sobre el país.
Ivan, en las imágenes que nos llegan de los grandes medios sobre las protestas de la oposición en Bielorrusia vemos a los manifestantes portando banderas roji-blancas distintas a la oficial. ¿Qué significado tienen?
El uso de la bandera roji-blanca tiene varias connotaciones en Bielorrusia. Una de ellas, quizás la más negativa, es el uso que se hizo entre 1941 y 1944 durante la ocupación nazi. Fue usada como bandera en el Parlamento y portada por los voluntarios bielorrusos que colaboraron con la Alemania nazi.
Existen algunas fotos de carácter histórico de esa época que pueden encontrarse en la red. Podríamos considerarla como simbología similar a la del franquismo en España. Los colaboradores bielorrusos lucharon bajo esta bandera roji-blanca contra la Unión Soviética. Desgraciadamente los jóvenes no aprenden de la historia. Creen que es la bandera “antigua” de Lituania. Hay similitudes de movimientos colaboracionistas con los nazis. En Rusia, con los llamados “vlasovitas”, que izaron su bandera sobre el Kremlin, o en el Maidán de Ucrania con la bandera roji-negra del colaboracionista Stepan Bandera.
Detrás del uso de esta simbología además, se esconde, en realidad, un supuesto sueño del resurgimiento de un imperio, que en nuestro caso se trataría del Gran Ducado de Lituania (antigua Bielorrusia).
A menudo se nos habla de Svetlana Tijanóvskaya como la candidata opositora pero nunca se profundiza en su ideología. ¿Qué ideas tiene y a quién representa?
Cuando uno lee sobre Tijanóvskaya en la prensa es muy importante prestar atención a las fechas y a como se desarrollan los acontecimientos. Para convertirse en candidato presidencial en nuestro país hay que pasar por un exigente proceso de validación por parte de la Administración. Un ejemplo de ello es el banquero Viktor Babariko, cuya candidatura fue inhabilitada por fraude y blanqueo de dinero a través de una filial de la empresa gasística rusa Gazprom.
Tras este hecho, y en referencia a Tijanóvskaya, ¿cree que una simple profesora de un pequeño pueblo de las afueras de Bielorrusia podría convertirse en seria candidata a la presidencia?
Prestemos atención a las fechas, ya que son la clave de todo. Si se busca información en internet sobre Tijanóvskaya, hasta abril del año 2020 no se encontrará nada. Su principal “activo” es ser la esposa del conocido youtuber Sergei Tikhanovsky. Eso es todo. Incluso a día de hoy, si revisamos su carrera política hay muy poca información al respecto. Tijanóvskaya se aferra a la popularidad de su marido.
Antes de que Svetlana se convirtiera en la esposa de Sergei, su apellido de soltera era Pilipchuk. Svetlana nació en 1982 en la pequeña ciudad de Mikashevichi, en el sur de Bielorrusia, muy cerca de la frontera con Ucrania. Estudió en la Facultad de Filología de la Universidad Pedagógica Estatal de Mozyr, de la cual se graduó con un título en Idiomas Extranjeros (inglés y alemán). Trabajó como traductora de inglés en varias organizaciones.
No hay información de que Svetlana haya trabajado en ninguna escuela. Entonces, ¿qué sabemos de ella? Nada. Habla con fluidez idiomas extranjeros. Parte del tiempo vivió por invitación con familias en Europa, donde tenía conexiones. También asumo que por la naturaleza de su trabajo (traductora) tiene buenas conexiones con las embajadas de diferentes países en Bielorrusia. Pero en términos generales es una persona sin biografía. Nunca creeré en la independencia de esta candidata.
¿Cuál era el ambiente que se vivió durante las elecciones? ¿Se desarrollaron con normalidad?
Sí, el proceso electoral en sí fue tranquilo. Vale la pena mirar lo que sucedió antes del inicio de la votación y después del final de la votación. El único candidato que podía competir con Lukashenko era Viktor Babariko, presidente de la junta directiva de Belgazprombank, filial de Gazprom. Babariko es una figura completamente controlada por Rusia. Si ganaba las elecciones, el “juego” se terminaba. Fue inhabilitado por fraude y blanqueo de dinero, arrestado y enviado a prisión. Otro candidato, un poco más débil, era Valery Tsepkalo, un ex diplomático asociado a los oligarcas de Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea. También fue acusado de fraude.
La conclusión que podemos sacar es que a pesar de que en ambos casos, tanto con Babariko como con Tsepkalo, se confirmó su culpabilidad, comenzaron a ser investigados con firmeza en el momento en el que decidieron lanzar sus candidaturas a la presidencia.
Los dos candidatos más fuertes que quedaban en la carrera presidencial, entonces, eran Lukashenko y Tijanóvskaya. Cada uno usó sus recursos. El oficialismo usó activos estatales mientras que Tijanóvskaya contó con fondos de patrocinadores extranjeros, prometiendo transferir todos los activos a sus promotores en caso de resultar vencedora.
Los acontecimientos que se desarrollan en Bielorrusia recuerdan, en cierta manera, a los acontecidos en Ucrania durante las protestas del Maidán en 2013. Tú personalmente has hablado del riesgo de una “Ucrania 2.0”. ¿Se están usando los mismos métodos para dar un Golpe de Estado en Bielorrusia?
Ésta es una copia completa de lo que sucedió en Ucrania. Tanto las causas del conflicto como las consecuencias son absolutamente las mismas. La única peculiaridad es que los oligarcas ucranianos también reclaman su parte del pastel como inversores externos. Pero es poco probable que tengan éxito.
¿Cuál crees que es el objetivo de todo esto? ¿Por qué hay algunos sectores políticos que tienen tanto interés en que Lukashenko abandone la Presidencia?
Bielorrusia es un país pobre, sin embargo, tiene varias empresas grandes que no están controladas directamente por empresas transnacionales privadas (tanto rusas como de la Unión Europea y Estados Unidos). En una crisis, cuando todo el mundo necesita tapar agujeros, las empresas de propiedad legal del Estado son una excelente inversión de dinero. Desde el punto de vista de los oligarcas, no han podido sacar beneficio del Estado hasta ahora. Quieren obligar al presidente (no importa el apellido) a vender estas empresas públicas.
Por lo general, esto se hace mediante crédito. Por ejemplo, Rusia emite un préstamo a Bielorrusia sobre la garantía de las acciones de la empresa y luego entra en la acción comprando el paquete. El préstamo no se devuelve, el control de la empresa pasa al nuevo propietario. Las protestas ejercen presión sobre las autoridades. Si no está de acuerdo con las condiciones propuestas por Rusia, esto significa caer en un bloqueo completo. Por lo tanto, tendrá que aceptar y hacer concesiones. Los principales objetivos de privatización y compra para los oligarcas son las empresas de Belaruskali, la refinería de petróleo de Mozyr, la refinería de petróleo de Novopolotsk, la planta metalúrgica de Belarús, el monopolio energético Belenergo, la empresa de telecomunicaciones Beltelecom, el Belarusbank, etc.
El acuerdo con Rusia es solo la primera parte. Además, es necesario satisfacer las peticiones de los oligarcas de la Unión Europea y Estados Unidos, al menos formalmente. Lukashenko es duro. Creó estas empresas estatales y no quiere regalarlas. Por lo tanto, si no se puede obligar a Lukashenko a vender las empresas públicas, Tijanóvskaya será promocionada por estos sectores. A los oligarcas no les importa quién firma los papeles sobre la privatización. Quieren resultados. Hay intereses entrelazados y quieren su propia porción del pastel.