Casimira Monasterios
Casimira Monasterios, de movimientos rápidos, voz alegre y enérgica, voz de afro, de la negritud, de la mujer venezolana que piensa, mira, habla y camina: Casimira la docente, la investigadora, la combatiente, la amiga. Hoy su estampa se multiplica en toda Venezuela gracias a su fe en un proyecto de país boliviariano. Casimira ha hecho de su candidatura a la Asamblea Nacional un ministerio para la difusión y el encuetro naional de las poblaciones afro, esas que se reconocen negras, morenas que tienen en común la africanidad en su sangre rebelde y de esperanza acativa. Casimira Monasterios es esa liderazgo fresco, sonriente y cercano como el pueblo llano, en un momento en el cual la confianza vale más que las promesas.
¿De dónde eres Casimira?
De Barlovento. El de la exquisita granjería que sabe a maná del cielo porque está hecha con el amor y el sabor de nuestra gente, el majarete, la kafunga, la mazamorra de plátano o de maíz, el buñuelo, el corta’o y el baña’o, el carato de arroz o de mango, la chicha, la arepita dulce, el papelón con limón o con naranja agria, la rosquita, el bollito de plátano o de cambur, la catalina, la greña, el almidoncito, el suspiro y el bizcochuelo, el dulce de martinica, y tantas ricuras que se agolpan en nuestra memoria y nos hacen agua la boca. ¿Saben qué?, mi gente todo eso y más es mucho más sabroso cuando están hechos con los frutos cultivados en nuestra tierra barloventeña por manos barloventeñas.
Tierra de cimarrones y cimarronas que han acumulado conocimientos y saberes, una manera de relacionarse entre sí, como personas, como sociedad y de convivencia con la madre naturaleza, sabiéndose y reconociéndose parte de ella. El pueblo barloventeño ha creado y acumulado formas y maneras, tiene metódicas para cultivar la tierra sin dañarla, para transformar esos productos de la tierra para alimentarse, sanarse y divertirse. Es hora de creer en nosotros y nosotras mismos y mismas. Retomemos nuestras tradiciones de amor a la naturaleza y no de agresión a ella. Cuidemos el agua, la tierra sobre todo cuidemos los hijos e hijas. De pie Barlovento que somos gente digna y tenemos con que.
Casimira si te piden el nombre de una mujer imprescindible de tu Barlovento
Argelia Laya. Mujer barloventeña de pura cepa, que nunca renunció a su condición de negra, afrovenezolana, trabajadora y comunista. De porte altivo y mirada penetrante, a la vez que amorosa. De afro desafiante, símbolo de su asumida negritud, como sólo una comunista convencida puede hacerlo. Lejos de los desclasados y arribistas mantuvo su conciencia de mujer, madre y maestra de pueblos de vocación y convicción política.
La receta de la comandanta Jacinta, como se llamó en la clandestinidad, fue predicar la verdad con el ejemplo. Eso implica no mandar, sino hacer. No dijo vayan a la guerrilla. Dijo hay que fortalecer la guerrilla, la mujer debe participar en la lucha armada, ¡vamos a la guerrilla! Porque solo quien predica con el ejemplo tiene la suficiente autoridad moral para liderizar al pueblo.
Ante la pandemia del coronavirus que tiene al mundo paralizado ¿Qué opina Casimira?
Existen varios tipos de pandemias, aquellas patológicas como malaria o paludismo, difteria, chaga, cólera, la COVID-19 que afectan el cuerpo.
Sin embargo, las verdaderas pandemias que asolan hoy a la humanidad son espirituales, éticos morales que no las causan ni virus ni bacteria, no las transmite un mosquito ni el chipo ni habita en animal alguno. Las produce el ser humano, si es que a esos y esas se les puede llamar humano. Me refiero a la codicia, las ansias de poder, la mezquindad, la soberbia, el racismo, el patriarcado y el clasismo, la pedofilia, son portadores del virus del hambre, de la miseria y la desnutrición, de destrucción del planeta, la tristeza, la depresión y el estrés, Esas son las grandes pandemias que azotan a la humanidad.
Hoy no sabemos cuándo una epidemia o pandemia es obra de la naturaleza y cuando del hombre.
Urge la vacuna para acabar con la pandemia éticomoral espiritual, esa será para cuando.
El país que quiere la Revolución Bolivariana. El país que quiere Casimira
En estos momentos históricos en que el país atraviesa su propio desierto en pos de la tierra prometida, que él mismo ha de ir creando en el tránsito hacia ella, el debate es perenne, a veces agotador, a veces angustiado, pero nutritivo siempre. La discusión para discernir el país que somos, y el país que queremos ser, tal cual aparece plasmado en nuestra Constitución, pasa por revisarnos de manera profunda como país, como sociedad y como cultura para poder determinar lo que debe desaparecer, lo que se puede trasformar y lo que hay que crear y construir, sobre todo en materia de valores.
Cómo educadora, una opinión valorativa o ¿Estás conforme con la educación que tenemos?
La escuela venezolana se ha caracterizado por su misión y visión civilizadora, la escuela conserva la visión del conquistador, al pretender civilizar al indígena, al negro y sus ascendentes. Aún nuestra escuela es el instrumento para occidentalizar y no para formar el nuevo republicano que desde el siglo XIX alertaron Rodríguez, Bolívar, Martí y otros pensadores latinoamericanos que avizoraron nuestra especificidad cultural y la conveniencia de no imitar, sino de crear, de construir nuestras repúblicas en continuidad con nuestra historia y realidad social, cultural y económica. Llena de rezagos coloniales, así en los laboratorios haya tecnología de punta, la escuela venezolana está muy lejos aún de ser un centro de creación y producción cultural cara a nuestros problemas, gustos, necesidades e intereses como pueblo.
Modelo educativo erigido de espalda a nuestro proceso histórico y nuestra realidad cultural, que niega los “saberes y sabores” que a lo largo de nuestra historia se han conformado, sean éstos científicos, tecnológicos, económicos, estéticos, artísticos o socioculturales. La escuela venezolana en su afán civilizador y evangelizador nos impone un modelo civilizatorio que por un lado escinde al sujeto en su integridad corpórea, al separar lo biofísico de lo psicoemocional, de lo histórico, sociocultural y del lenguaje. Modelo que ensalza la supremacía de la razón por encima de la sensibilidad. Que descalifica nuestra cultura, que genera vergüenza étnica, propiciando el racismo y el endorracismo, y el desprecio por lo propio. Mientras se magnifican concepciones, gustos valores y creencias foráneos y, se imponen necesidades con el fin de obligarnos a consumir el modelo de vida occidental.
La docente, militante de la africanidad hoy es candidata a la Asamblea Nacional ¿El pueblo es solo para votar? ¿Cómo lo ves ante la economía, las relaciones internacionales?
La discusión acerca de las decisiones que debemos tomar, están estrechamente relacionadas con la definición que asumamos como pueblo, como Estado- nación. Sin menospreciar el peso de lo material, no se trata solo de meras recetas económicas, es mucho más que eso. Se trata de definirnos como pueblo y el papel que queremos desempeñar en el concierto de las naciones, el tipo de relaciones que deseamos establecer con las naciones hermanas del continente, los principio y valores que han de regir nuestras ciudadanías, los derechos a ejercer y los deberes a cumplir, la visión de mundo que transmitiremos a las nuevas generaciones para la construcción de la democracia participativa y protagónica, en una sociedad multiétnica y pluricultural, en un estado de derecho, de justica y paz.
Si decides votar estás expresando que no aceptas injerencias extranjeras y que asumes con sentimiento bolivariano que los problemas de cada casa se resuelven puertas adentro y no con la intervención de los vecinos. Votar significa sentimiento y soberanía con nuestra historia y cultura.
Casimira candidata