La ética en los cargos públicos de Sudáfrica y del mundo
La detención en Emiratos Árabes Unidos de dos de los hermanos Gupta, de Sudáfrica, acusados de corrupción a gran escala, ha vuelto a sacar a la luz la cuestión de la ética en los cargos públicos. Se produce justo cuando el presidente Ramaphosa ha estado exigiendo un desempeño mucho mejor de los ejecutivos y titulares de cargos negros.
La cuestión de la ética en los cargos públicos (corrupción, abuso de poder y falta de cumplimiento) ha sido el sombrío ruido de fondo en Sudáfrica desde los extraordinarios días del liderazgo de Nelson Mandela. El arresto de dos de los hermanos Gupta, acusados de “captura del Estado”, en Dubái ha puesto aún más de relieve la cuestión general de la ética.
En el cerco de la ’captura estatal’ estaba el expresidente Jacob Zuma y las estrechas relaciones de su familia con Atul, Rajesh y Ajay Gupta, nacidos en la India, quienes supuestamente usaron su influencia a través del soborno de funcionarios para ganar miles de millones en contratos estatales y mediante ventas.
Los hermanos huyeron de Sudáfrica después de que una comisión judicial comenzara a investigar su participación en actos de corrupción en 2018, lo que precipitó una Notificación Roja de Interpol para el arresto de dos de ellos. Esa Comisión sobre la captura del Estado, presidida por el juez R.M. Zondo, ha alimentado por goteo partes de su Informe Final y Recomendaciones, a las que el presidente Cyril Ramaphosa ha prometido responder con prontitud.
El Ministerio de Justicia de Sudáfrica confirmó que Atul y Rajesh habían sido arrestados por la policía de los Emiratos Árabes Unidos y, aunque habían comenzado las conversaciones sobre la extradición, se esperaba que fuera un proceso largo.
El arresto de los hermanos y el informe completo de la Comisión Zondo ayudarán a Ramaphosa en su lucha para erradicar la corrupción y restaurar cierta apariencia de integridad en la política sudafricana, según el “New African”.
El gobierno de Ramaphosa sigue comprometido con la agenda de una transformación profunda. De hecho, Ramaphosa nombró recientemente a un grupo diverso y representativo de 14 expertos para servir como miembros del Consejo Asesor de Empoderamiento Económico Negro de Base Amplia y para guiar al gobierno en la transformación intensificada de la economía.
También se propone “revertir los desequilibrios del pasado” y mejorar las habilidades y apoyar a aquellos que “han sido retenidos por la educación del Apartheid y las suposiciones sexistas”, para permitirles ponerse al día y competir en igualdad de condiciones.
La transformación en el contexto sudafricano no es solo un imperativo económico y político, sino también un imperativo moral. En su informe 2020-2021, la Comisión para la Equidad en el Empleo pinta un panorama sombrío sobre el ritmo de transformación de la economía sudafricana. El progreso de los africanos negros en puestos de alta dirección promedió alrededor del 15 % entre 2018 y 2020. La población blanca sigue dominando los puestos de alta dirección, representando casi el 65 %.
En una cena de gala del Black Business Council en Johannesburgo, el presidente reconoció que, además del “legado de nuestro pasado del apartheid”, los efectos de la pandemia, las crisis económicas mundiales, los disturbios del 21 de julio, las recientes inundaciones en KwaZuluNatal y el Cabo Oriental, la captura del Estado y los fracasos gubernamentales habían contribuido a retrasar la agenda de transformación.
“La captura del Estado”, lamentó Ramaphosa, “ha dañado profundamente nuestra economía, debilitado nuestras instituciones públicas y desestabilizado nuestra democracia. También ha dañado la causa de la economía negra”.
Esta regeneración ética y de valores humanos supone el desafío más urgente y vital, no solamente para los gobernantes de Sudáfrica, sino también para todos los gobernantes de los diferentes países africanos y del planeta tierra.
Una vez más, debemos ser conscientes de que cualquier cambio significativo en esta regeneración ética y de valores humanos y sociales no se iniciará ni se realizará desde los mismos gobernantes, sino desde el compromiso y protagonismo de todos los grupos sociales, culturales, académicos y corporativos que trabajen juntos para promover ante todo la dignidad humana y un desarrollo sostenible y ecológico.