¿Paquete chileno? Los “fallos” de Boric y el retorno de la ultraderecha
Autor: Jesús Inojosa
Una gestión de gobierno que contradice sus promesas de cambio y los ataques a líderes de izquierda de la región son parte del historial de este “presidente de izquierda”
El próximo miércoles 7 de junio se instalará en Chile la Convención Constitucional conformada por 50 miembros que fueron electos el pasado 7 de mayo mediante votación popular que pese a registrar el 84,87% de la población, como consecuencia de la entrada en vigor del voto obligatorio, al menos 2.7 millones de votos fueron entre blanco (2.1 millones) y nulos (568 mil).
En este proceso de elección de quienes tendrán la tarea de elaborar el nuevo texto constitucional que será propuesto para sustituir el elaborado durante la dictadura de Augusto Pinochet, tuvo como ganador al partido de ultraderecha presidido por José Antonio Kast, quien venía de perder en las elecciones presidenciales donde Gabriel Boric obtuvo el triunfo apoyado por partidos de izquierda.
La victoria de Kast, que ha sido defensor de la dictadura de Pinochet a la que intenta quitar su carácter autoritario y criminal señalando que “se hicieron elecciones democráticas y no se encerró a los opositores políticos”, se muestra como una evidente derrota para las pretensiones de cambio que se generaron a partir del estallido social de 2019, que obligó al entonces presidente Sebastián Piñera, promover una ruta para la transformación de la Constitución.
“La Constitución de 1980 contenía toda la transición a la democracia. Díganme ustedes ¿qué dictadura ha hecho eso?”, ha dicho este personaje que lidera el partido que aportará el mayor número de integrantes de la Convención Constitucional que elaborará una nueva propuesta de Carta Magna, hecho que marca una clara derrota para Boric, quien luego del fracaso de la primera propuesta de Constitución quiso liderar un nuevo proceso sin éxito.
Montado sobre la ola
Gabriel Boric se convierte en presidente tras obtener la victoria el 19 de diciembre de 2021 como candidato de la coalición “Apruebo Dignidad” obteniendo el 55,8% de los votos en lo que ha sido la participación más alta en un proceso electoral presidencial con el voto voluntario.
Su competidor, el ultraderechista Kast, que hoy se erige como líder del proceso de promoción de una nueva Constitución, obtuvo el 44,13% de los votos, hecho que parecía señalar la voluntad de cambio radical de un Chile que pese a mostrarse como una economía pujante con tasas de crecimiento sostenido, se ubica entre los países más desiguales de la región y el mundo.
Según el coeficiente de Gini es la tercera nación más desigual de Suramérica, mientras que según el índice Palma o Palma ratio, que calcula “la relación de la participación de los ingresos” entre el 10% de la población más rica de un país y el 40% más pobre, Chile se encuentra entre los países con mayor desigualdad, al ubicarse en el número 14 entre 91 países evaluados.
En medio de este panorama, se da inicio a una serie de protestas que comenzaron como un rechazo al alza del costo de boletos del transporte y fue creciendo hasta convertirse en masivas concentraciones que fueron objeto de represión dejando un saldo de al menos 34 fallecidos según cifras oficiales, así como 3.583 heridos, de los cuales presentaron traumar ocular producto de disparos en los ojos 359 personas siendo en su inmensa mayoría jóvenes con una edad promedio de 29 años.
Sobre este escenario de descontento social y exigencias de cambios, surge la propuesta de candidatura de Boric, quien se perfilaba como la figura clave para encarnar el liderazgo de este movimiento debido a su historial como militante de la izquierda chilena desde sus tiempos como estudiante universitario y protagonista de las protestas de 2010 y 2011, que para el colectivo chileno representaban el primer acto de rebeldía en una sociedad que durante décadas fue condenada a la sumisión por la fuerza represiva de un Estado militarista y supresor de derechos fundamentales.
“Es tremendamente importante que cambiemos para avanzar en las transformaciones por las que estamos peleando; construir un Estado que garantice derechos, que garantice dignidad e igualdad es la única manera de tener estabilidad, porque no puede crecer un país que está fracturado socialmente”.
Con estas promesas el entonces candidato Boric cerraba su campaña para la segunda vuelta de la elección presidencial chilena donde resultó electo como presidente y comenzó a ejercer el 12 de marzo de 2022 con un discurso donde ratificaba su decisión de promover el cambio que Chile ameritaba y apelando a la memoria histórica al citar al presidente mártir Salvador Allende.
“Como pronosticara hace casi 50 años Salvador Allende, estamos de nuevo compatriotas abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre y la mujer libre para construir una sociedad mejor. Seguimos. ¡Viva Chile!”.
Del dicho al hecho… Militarización de los territorios Mapuches, negación a los retiros de fondos de pensiones, incremento de la dotación de armas para los carabineros y flexibilización del uso de armas letales, son algunas de las decisiones que como presidente ha tomado Boric, acciones que entran en contradicción con sus propuestas de campaña.
Mapuches
En el primero de los casos, durante su juventud como joven militante de la izquierda chilena y posteriormente como diputado del parlamento, el actual presidente había sido férreo defensor de los derechos ancestrales que sobre tierras en la Región de la Araucanía poseen los Mapuches.
“La nación mapuche ha visto afectada durante años su libertad en territorios que ancestralmente han sido parte de su cultura. El Estado chileno debe dialogar y encontrar soluciones en pos de la armonía de todos los habitantes de estas zonas”, era la opinión del entonces candidato Boric en 2021.
A esta defensa de los derechos Mapuches se sumaba la crítica a la militarización de esta zona señalando que “quienes pretenden reducir lo que sucede en la Araucanía a un problema de orden público solo contribuyen a agravarlo”.
Contrario a estos argumentos ya como presidente, Boric dictó “estado de excepción” en la Región de la Araucanía para justificar el despliegue de militares en la zona para disipar las protestas que llevaban a cabo las comunidades mapuches ante la ausencia del cumplimiento de su promesa electoral.
“Es evidente que en el último tiempo hemos tenido un aumento de los actos de violencia en las rutas, hemos sido testigos de cobardes ataques”, fue el argumento de su ministra del Interior Izkia Siches, al momento de dar a conocer la implementación de esta medida.
Pensiones
Durante su campaña colmada de promesas de cambio, el actual presidente chileno anunció que “en nuestro futuro gobierno vamos a terminar con las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) y pasar a ser un sistema que sea público, sin fines de lucro y que sea solidario, combinando estos diversos factores de capitalización individual, fondo colectivo, aporte del empleador, etc”.
Este planteamiento quedó relegado cuando en primera instancia se negó a la posibilidad de un nuevo retiro anticipado de los intereses de los fondos de pensiones bajo el argumento de que las condiciones sanitarias ya no eran tan graves como en la pandemia del Covid-19, y que la inflación aumentaría.
Represión
“En Enero propusimos reforma profunda a Carabineros. El gobierno no puede seguir ignorando su crisis. Carabineros debe ser intervenido ya, no pueden seguir matando”, señalaba de manera contundente el diputado Boric en marzo de 2020, cuando denunció que En solo 2 días Carabineros mató a un manifestante, le voló el ojo a un estudiante y escoltó sin detener a fascistas que agredían civiles”.
“Gobierno de Chile debe comenzar la reforma a la institución ¡ya!”, enfatizaba en una posición que contaba con el apoyo de quienes permanecían en las calles exigiendo el fin de Estado pinochetista a través de una nueva carta magna.
Dos años después con la banda presidencial cruzando su pecho, este discurso tuvo un viraje de 180 grados al indicar, tras los sucesos donde en un choque entre protestantes y carabineros en Puerto Montt dos de estos funcionarios fueron rodeados por manifestantes quienes les propinaron una golpiza, que “acá hay que tener una señal muy clara: no se van a tolerar delitos, ni agresiones a nuestros carabineros”.
De “socialista” a ultranacionalista
Por los años 2015 y 2018, Boric, haciendo eco de su militancia socialista, se había pronunciado en favor de la protección de los migrantes, fustigando a políticos de derecha que señalaban la necesidad de promover leyes más rigurosas de carácter xenófobo.
“Que alegría la llegada de migrantes a Chile. Ojalá sigan llegando y los tratemos con respeto y cariño. ¡Bienvenidos!”, era la opinión que signaba al entonces diputado Gabriel Boric en el año 2018 donde además aseguraba: “Nop. No tengo problemas con inmigrantes sin papeles. Creo que debemos acogerlos, darles oportunidades y tratarlos como los iguales que son”.
Esta opinión que denotaba un gran carácter humanista y de respeto a los derechos de los inmigrantes cambió de matiz con su ascenso a la primera magistratura del ejecutivo chileno, desde donde ha sido insistente en torno a señalar a los migrantes como principales causantes de los problemas de Chile, emulando así el discurso que ha alimentado a los ultranacionalistas por décadas.
El principal centro de sus ataques ha sido la migración venezolana y la haitiana, a los que desde Chile se acusa de ser delincuentes y a los que Boric ha dicho “hay que combatir”.
“Las vamos a perseguir y les vamos a hacer la vida imposible dentro del Estado de derecho”, han sido las palabras del presidente chileno para referirse a los migrantes que ingresan al país de manera irregular por el norte del país al que mantuvo militarizado tras renovar el decreto promovido por su antecesor Sebastián Piñera.
Expulsiones, impedimento para el ingreso y persecución interna, son parte de las medidas aplicadas contra los migrantes, que son objeto de una creciente xenofobia aupado por el discurso acusatorio de las autoridades que les señalan como responsables del aumento de la delincuencia, el desempleo y la crisis económica.
¿Obsesionado con Venezuela? Ha sido a partir de este hecho que Boric ha incorporado a su discurso los ataques contra el gobierno venezolano al que acusa de promover la migración hacia su país.
“Venezuela es una experiencia que ha fracasado y la principal demostración son los 6 millones de venezolanos en diáspora”, dijo poco antes de asumir el cargo marcando lo que sería una tendencia de su Gobierno que no desaprovecha evento internacional para atacar al Estado venezolano al que acusa de violador de derechos humanos.
La última acción de este tipo por parte del presidente chileno se suscitó en la Cumbre de jefes de Estado de Suramérica realizado en Brasil, donde cuestionó la aseveración realizada por el presidente brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva en torno a que en Venezuela no existe dictadura ni violación sistemática de los derechos humanos, sino que se trata de una construcción narrativa para justificar agresiones contra el país.
“No es una construcción narrativa, es una realidad, es seria, y he tenido la oportunidad de verla en los ojos y en el dolor de cientos de miles de venezolanos que hoy día están en nuestra patria y que exigen una posición firme y clara respecto a que los derechos humanos deben ser respetados siempre y en cualquier lugar”, dijo alegando que estas palabras las decía como “presidente de izquierda”, adjetivo que insistentemente utiliza cuando enfila su discurso contra gobiernos progresistas.
“Quedó como un bobo, es Boboric”, fue el calificativo utilizado por el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, quien acusó al presidente chileno de ser un “títere del imperialismo” para intentar sabotear la cumbre organizada por Lula.
El término “paquete chileno” tiene sus orígenes en la década del 70 del siglo pasado cuando grandes masas de chilenos migraron huyendo de la dictadura pinochetista. Algunas personas de esta nacionalidad fueron capturadas practicando un tipo de estafa que consistía en dejar caer cerca de personas un paquete que lucía suntuoso, para que luego otro viniera lo recogiera como si lo estuviese encontrando y pidiera a los presentes cualquier cosa de valor que tuvieran en el momento a cambio de ese “prometedor fajo”.
Tomando esta definición es que, ante la posición contra Venezuela, que el presidente Maduro ha señalado ser parte de una campaña promovida desde Estados Unidos utilizando a una izquierda “cobardona”, sumado a las decisiones internas que, según chilenos que apostaron por el cambio, llevan el sello de la “traición”, abren la interrogante en torno a si Boric, que militó en la izquierda desde joven y apoyó con entusiasmo a las revoluciones en América Latina, ha sido simplemente “un paquete chileno” de la derecha del país austral.