Si bien hay bastantes problemas que enfrentan los participantes de las reuniones del G7 en Francia, desde los incendios forestales en la Amazonía hasta la aparición "sorpresa" del canciller iraní, no han eclipsado la importancia de África en la agenda.
Eso queda claro por la cantidad de líderes africanos invitados a asistir para discutir la desigualdad, el tema principal de la conferencia de este año en la comunidad turística francesa de Biarritz.
El presidente Emmanuel Macron invitó a sus homólogos de cinco naciones africanas que representan a regiones del continente, y sus sesiones centradas en África el domingo también incluyeron a Moussa Faki Mahamat de la Unión Africana y Akinwumi Adesina del Banco Africano de Desarrollo.
El presidente Cyril Ramaphosa estuvo presente para promover la asociación y las oportunidades de inversión en Sudáfrica, mientras que el presidente Macky Sall de Senegal elogió el progreso en una sesión de trabajo que presentó "propuestas concretas y ambiciosas para combatir la desigualdad y la evasión fiscal en África".
La migración y la seguridad también encabezaron la agenda, con el presidente de Burkina Faso, Roch Marc Kaboré, en representación de la región del Sahel y sus homólogos europeos, prometiendo mantener su compromiso con la seguridad de África Occidental. La reunión se produce cuando Burkina Faso se recupera de otro ataque extremista contra su ejército que se cobró al menos dos docenas de vidas la semana pasada.
También en la mezcla estaban los presidentes Paul Kagame de Ruanda y Abdel Fattah El-Sisi de Egipto, los antiguos y actuales presidentes de la Unión Africana.