DISCURSO DE ORDEN
CONSEJO LEGISLATIVO DEL ESTADO GUÁRICO
CONSEJO MUNICIPAL DEL MUNICIPIO JG ROSCIO NIEVES
REINALDO BOLÍVAR
SEÑORAS Y SEÑORES
Hoy provoca decir como Billo Frometa “Toy contento yo no sé que lo que es siento”….
La identidad Nacional y Nuestra Americana se refleja en todo su esplendor y significación en este marzo glorioso, en estas fechas que honran las luchas de las mujeres del mundo contra la opresión, la desigualdad y la invisibilización.
Ese grandioso y elocuente crisol multiétnico se visualizará aún más con la entrada al altar de la Patria de la Jefa Apacuana, y de la Madre y Maestra del Libertador, Hipólita Bolívar y Matea Bolívar, las inseparables e insuperables en la formación del Mayor de los hombres de América.
En este momento ofrendo mis palabras a los y a las que por tantos años no se han rendido para sembrar en el corazón Venezuela la memoria tan trascendentales damas.
Una verdad inexorable que podemos pregonar por todo el orbe es que la Revolución Bolivariana de Venezuela concebida por el Comandante Supremo Hugo Chávez, basado en los principios de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora y Roscio Nieves ha colocado en un sitial superior a Nuestra Identidad Nacional.
En 1816, un Simón Bolívar que venía ilusionado desde Haití había comprendido íntegramente que la gesta por la Independencia de la América Abiayala solo alcanzaría su éxito si se la concebía como una gran nación única y diversa. Ese factor era indispensable para erradicar la convicción mantuana de que todos los que no fuesen europeos no podían ser venezolanos.
La incorporación de los esclavizados a la lucha por la Independencia mediante el decreto del 2 de julio de 1816 viene a integrar a las luchas populares por la libertad, la igualdad y descolonización a todos los sectores de la población venezolana. Porque para Simón Bolívar y nuestros libertadores ser libre no era meramente un asunto de librarse del cobro de tributo e impuestos, era una cuestión integral: la de ejercer plenamente la soberanía nacional en todas sus acepciones: Territorial, Política, económica, cultural y social.
La independencia venezolana y de Nuestra América ha tenido como elemento nodal la descolonización y la construcción de nuestra propia identidad como nación.
En este sentido, cobra importancia medular el aporte a nuestra configuración como nación de la herencia africana. Tanto en la conformación de los ejércitos libertarios, como en la transformación de los ideales, de la espiritualidad, de principios, que aunados a la de los pueblos originarios y el mestizaje concluirían en una venezolanidad única en su diversidad y aspiración a los sublimes designios que el ser humano anhela y que se sintetizan en el respeto, la convivencia, el trabajo, el desarrollo y la paz.
Las dos mujeres cuyas vidas se unieron en un momento de definiciones en América, sintetizaron con su presencia formadora en la vida de Simón Bolívar, esos grandes principios.
Hipólita y Matea representan a las mujeres del pueblo que hacen de su labor sencilla el aporte más grande. Porque la emancipación se construyó detalle a detalle. Con armas de diversos tipos, desde una lanza a un fusil; sin uniformes y con uniformes; con poco que comer, pero sobre todo con grandes sacrificios. Porque como afirmó Bolívar “todo lo entregamos para alcanzar el bien más preciado: la Independencia”.
Y en esos detalles estuvieron las vidas de estas descendientes de la Madre África, que se entregaron en cuerpo, corazón y alma a pulir para la libertad a ese diamante, ese tesoro que era el Niño Simón.
Las guariqueñas y guariqueños están de júbilo. Lo cual ha comenzado desde la mañana del 7 de febrero cuando la Ministra del Poder Popular para Mujer y Equidad de Género, Blanca Eekhout anunciara la buena nueva de la elevación al Panteón de Apacuana, Hipólita y Matea bajo el lema “Las que no se rinden al Panteón”.
Ese júbilo es por su más importante paisana Matea Bolívar. Nosotros desde que iniciamos esta campaña allá por los años 1990, hemos insistido y comprobado que no se puede hablar de estas dos mujeres por separado dado que su misión fue coincidente complementaria. Por ello siempre en nuestros discursos, escritos propuesta nos referimos a las dos como una llave, como un dúo: Hipólita, La Madre, Matea la Maestra.
El 4 de marzo de 2017 ellas se encontrarán en el Ingenio de Bolívar, en San Mateo, donde estuvieron juntas con Simón por muchos años, y desde donde una vez en los años 1780 partieron juntas a Caracas para ir a encargarse de sembrar en el niño Simón el germen de la libertad, de la igualdad, del rechazo a la colonización y al despotismo.
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Ayer San José de Tiznados, lloró de alegría al recibir luego de más de 240 años a su hija, a su madre, a su referente. Cuanta gloria han dado Los Tiznados a Guárico. En San José, la Negra Matea, en San Francisco, el Mestizo Juan Germán Roscio Nieves, ambos contemporáneos. Una construyó junto a Hipólita el espíritu indómito del Genio de la Libertad, el otro diseñó, también junto Bolívar, la arquitectura republicana de la Patria. Y esta mañana, desde el remozado Paseo Negra Matea que en 2005 inauguramos ante la presencia de los hermanos de África que nos visitaba a propósito del I Festival cultural con los Pueblos de África, vinieron a acompañarla a esta augusta Plaza Bolívar de San Juan de Los Morros.
Ese paseo es hermoso. Más soñamos con ver un gran monumento que en los límites de Guárico y Aragua, o en Guárico, en la Estación del Tren que estará en Dos Caminos, refleje a la Joven Hipólita, a la pequeña Matea y al niño Simón. Esa propuesta existe, la hemos divulgado ampliamente, para que se ejecute con el concurso de todos y todas del Pueblo y del Gobierno. Sería un gran monumento a la familia, a la familia, a la niñez, a la africanidad, a la formación, a la identidad nacional.
En Angola, la gran Heroína es la Reina Zinga que en el Siglo XV defendió la soberanía africana, una gran escultura de unos 20 metros en una hermosa plaza da fe del amor africano por sus fundadores.
Cuando vemos el Patrimonio Histórico Tangible e Intangible de Guárico, autoridades presentes, siempre visualizamos el potencial eco turístico que poseemos en Guárico. Solo el Eje San Juan - Parapara – Ortiz – Tiznados – Calabozo cuenta con Patrimonios Coloniales de invalorables atractivos, así como historia heroica y cultural.
Esa Ruta la hizo varias veces El Libertador en la Campaña del Centro, hasta refugiarse en sus tierras tiznadeñas del Rincón de los Toros, donde atentaron contra su vida y mataron a más de 700 personas de sus cercanos soldados. En ese sitio debería haber un gran memorial que se llame “El Rincón de los Toros donde Resucito el Libertador”, la propuesta existe.
Además de ser un estado agrícola y minero, tenemos todo para el desarrollo del turismo ecológico e histórico. Para que la gente conozca la tierra de Roscio Nieves, Zaraza, Rondón, Leonardo Infante, José Francisco Torrealba, Lazo Martí, Ángel Custodio Loyola; la tierra donde vivió su infancia Juan Vicente Torrealba, la de Antonio Estévez entre otros, donde Canto Juan Parao “El del casquillo herrao, paque lo busquen pa un lao, cuando pal otro se fue”
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El Panteón Nacional es el símbolo de la grandeza de los hombres y mujeres que han dado hasta su vida por la construcción y desarrollo de la Patria.
Allí está la Memoria de los que resistieron la invasión europea como Guaicaipuro, los que tomaron el testigo como José Leonardo Chirino, Josefa Camejo, la generación de la guerra independentista como Sucre, Juana Ramírez, Negro Primero; los hacedores de la cultura como Teresa Carreño, Teresa de la Parra.
El 8 de marzo de 2008 -Día Internacional de la Mujer- el Presidente Hugo Chávez Frías recoge el clamor popular y anuncia ante un gran acto que los restos de Hipólita, Matea, Juana Ramírez La Avanzadora y la Cacica Apacuana reposarían en el Panteón Nacional,
El 5 de octubre de 2015, Juana Ramírez “La Avanzadora” se convirtió en la primera de este valeroso cuarteto en arribar al templo de los héroes y heroínas. El 25 de noviembre de 2016, día de la No Violencia contra la Mujer, el Presidente Nicolás Maduro ordenó se cumpliera aquella promesa del Comandante Eterno.
Con el anuncio del Comandante 2008 nos fuimos por todo Guárico, luego a Aragua y otras regiones del país, para hablar sobre esas grandes señoras de nuestra historia Patria. Sus nombres han llegado a África Occidental, donde algunas escuelas o salones llevan el nombre de “Hipólita y Matea”
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Este acto de amor que en marzo hacemos no es para nada una acción como pocos y pocas afirman “blanqueadora o asimiladora” de estas grandes mujeres a la visión androcéntrica, es decir, al mundo según los hombres, no.
Este es un acto que pone en el tapete los méritos propios de estas mujeres. Unas como guerreras por la libertad y el honor como es el caso de Apacuana, de Juan Ramírez la Avanzadora; otras como combatientes de las ideas que usaron la educación formal o no formal y estás dos mujeres provenientes de la Diáspora Africana: Hipólita y Matea.
Todas ellas realizaron acciones necesarias primero para la siembra de las ideas fuerzas, que son las únicas capaces de que una mujer o un hombre sean capaces hasta de tomar las armas por la libertad. Sin ideas, sin formación no hay quien se levante en armas por la Patria con Convicción. Quien dispara sin ideas es solamente un mercenario.
Hipólita y Matea a través de su ejemplo, de sus inobjetables conversas sembraron esos grandes ideales en Simón Bolívar.
La lucha por los derechos civiles y de la mujer ha tenido grandes exponentes en la diáspora africana. En Venezuela es emblemático el juicio de la mestiza Inés María Paéz contra la Corona española en 1795, que la quería ejecutar por haberse arrodillado en una alfombra. Inés María y Roscio Nieves ganaron aquel juicio precursor.
Camaradas, Compatriotas y Paisanos
Son pocas las veces que puede uno dirigirse a la juventud y a la infancia para halar de estas personas tan esenciales.
Hemos leído variados escritos, no obstante hubo un tendencia a referirse a ellas por separados, y otra a minimizar su acción a niñeras o ayas, vale decir, a regatearles el aporte a la formación que le dieron a Bolívar. Otras que hasta dudan de la existencia misma de Matea Bolívar.
Y desde 2008 cuando el Comandante Chávez anunció que estas mujeres irían al Panteón, surgieron expresiones discriminatorias. Expresiones que en este momento ha de estar blandiendo la derecha heredera de la clase mantuana. Ya lo vimos cuando llegó el Negro Primero al Panteón, o recientemente cuando llegó Fabricio Ojeda.
Por ello el acto de elevar al Panteón a estas mujeres corresponde con una expresión revolucionaria genuina de identidad nacional, de multiculturalidad y reafirmación de nuestra autodeterminación como pueblos anti imperialistas y anti colonialistas.
¿Quién es Hipólita? ¿Quién es Matea?
En libros que parecen muy serios esa poca claridad se mantiene. Algunos hasta afirman que Matea es el sobrenombre de Hipólita o viceversa. Generalmente esto no era hecho por malicia, solo por falta de investigación. Pero si por desinterés de los entes oficiales. Aquí la historia de Venezuela era considerada basura.
Esas equivocaciones suceden por la falta de difusión de la historia patria, de sus valores; y en el caso de Matea e Hipólita, ellas fueron víctimas de los “historiadores selectivos”, androcéntricos y eurocéntricos, los que gustaban de presentar a nuestros próceres como una élite de dioses o semidioses, en la cual no cabía la negritud. No cabía el negro Leonardo Infante, ni Negro Primero, y menos las mujeres negras. Bastaba con mencionar algunas y punto.
Hipólita, la madre
Hipólita es la que le daba de su leche materna al Libertador, era su madre de leche. Era la madre de Dionisio Bolívar, hijo de Mateo Bolívar, un esclavizado que nació en Caucagua, en Capaya. Dionisio Bolívar, el hermano de leche de Simón, peleó a lado de éste, y llegó a ser Sargento del Ejercito Libertador.
¿De dónde sale Hipólita? Los ocupantes de Venezuela, como en muchos países invadidos por los españoles, recurrieron a la esclavitud como fuerza de trabajo. La esclavitud era mano de obra gratuita, ni siquiera barata. Era forzada, sangrienta, criminal. Es admirable comprender ahora que nuestros antepasados africanos y sus descendientes se sobrepusieron a tanta saña humana contra la africanidad, y por sobre eso nos legaron una inmensidad de valores y riquezas morales que nos acompañaran por siempre.
La esclavitud fue una forma de explotación imperial en nuestro continente. Los primeros esclavizados fueron los indígenas que pelearon hasta el último hombre contra el yugo español, como lo hicieron Guaicaipuro y Apacuana.
Cuando minaron la resistencia indígena trajeron a la fuerza y esclavizaron a gente de África subsahariana..
Los dos más grandes holocaustos, los dos más grandes exterminios de seres humanos de la historia son el cometido contra Nuestra América donde perdieron la vida por la acción europea más del 90 % de la población; y en segundo el de África, donde murió más del 60% de la población. Estas regiones aún no se han recuperado de tales holocaustos de expansión. África cuenta con 30 millones de kilómetros cuadrados, y su población no llega a 1000 millones de habitantes, mientras naciones como China y la India, con menos de 1/3 de territorio superan ya los mil millones de seres humanos. Nuestra América tiene 22 millones de kilómetros cuadrado y solo 620 millones de habitantes. La India tiene 3800 Km2 y más de 1200 millones de habitantes. El colonialismo arrasó con nuestras poblaciones para frenar nuestro desarrollo; para acabar con nuestras grandes culturas que eran superiores en ciencia y tecnología a las europeas.
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Ahora hablemos sobre las tareas de los africanos en Venezuela,
Por ejemplo, el tipo de casas coloniales como las de Coro, La Vela, los cascos históricos de varias ciudades y pueblos, no fueron hechas por los españoles. Las fabricaron los esclavizados con sus técnicas. La arquitectura era africana.
Dentro de toda esa categorización había esclavizados que por sus características particulares se utilizaban como servicio doméstico, por sus habilidades para cocinar, hacer los quehaceres del hogar, aprender el idioma español, y en teoría “por ser sumisos y obedientes”.
El investigador Miguel Acosta Saignes, en su obra “Estudios en antropología, sociología, historia y folklore” se refiere al determinante papel de la mujer afro en la conformación de Venezuela en los siguientes términos:
“Las negras eran parteras y ayas. Todo blanco llegaba al mundo en manos de la partera negra. Todavía esto duro hasta el primer cuarto del siglo XX. Y el aya, la “criadora”, siempre fueron negras. Muchos blancos tenían sus hermanos de leche. El ama negra tenía bajo su custodia la educación del niño por la confianza que a través de los años se fue depositando en ella, sin existir promiscuidad, se notaba una impalpable plasmación del espíritu infantil a través de esta segunda mama que fue la esclava”
Destaca allí el papel de partera, ósea de ginecólogo de aquellas mujeres y su necesario papel de educadoras. En el caso de Simón sería aún más determinante por la muerte temprana de Doña María Concepción Palacios.
Carmelo Paiva Palacios escribe:
“Se criará Simón Bolívar en un ambiente de amor, respeto y aceptación de gentes negras, y blancas, ricos y pobres...” Es por ese ambiente y formación que con toda pujanza “defiende a los chiquito, a lo negrito, a lo blanquito, contra el grandulón” como dice Andrés Eloy Blanco.
¿Cómo seleccionaron a Hipólita?
No podía ser cualquiera quien se ocupará de los hijos Bolívar – Palacios.
El interesado en una esclavizada para cuidar a un niño la seleccionaba de buenos modales, versátil en la cocina y fuerte para atender al muchachito. Se pagaba un impuesto extra por poseer “domésticas”
Hipólita vivía en una propiedad de los Bolívar, ubicada cerca de un poblado de nombre San Mateo, en el mismo camino de la ciudad de La Victoria.
Cuando la llevan a Caracas tenía unos 20 años. Era una muchacha joven, experta jinete, aventajada cocinera y con una característica muy importante: acababa de parir.
Hipólita estaba muy bien preparada. Varios historiadores la describen como experta jinete, haciendo honor a su nombre de Amazona Griega.
En las cartas de Hipólita a Simón Bolívar se percibe su inteligencia y buena expresividad. En una de ellas le pide a Simón Bolívar, “querido hijo y amo el favor de enviarme 30 pesos” para pagar la casa donde estaba viviendo porque la iban a sacar y le pedía el favor de hablar con su hermana María Antonia para solventar la situación de sus dos hijos.
Simón tuvo dos hermanas: Juana y María Antonia. Ellas también crecerían bajo las miradas de Hipólita y Matea.
De María Antonia se dice mucho. En principio estaba a favor de los realistas, pero amaba a su hermano, hasta el punto que después de 1821 ella se convierte en bolivariana. Gracias a su peregrinar y a Rafael Urdaneta, los Restos del Libertador fueron traídos de Colombia a Venezuela en 1842
Hipólita Bolívar nació el 13 de agosto de 1763, el día de San Hipólito, murió en Caracas, el 26 de junio de 1835, a la edad de 72 años, a su lado estaba la familia de María Antonia Bolívar.
Matea, la maestra
La otra, la guariqueña, Matea Bolívar, descendiente de un liberto llamado Nicolás de Ponte.
Existe una carta de un señor Nicolás de Ponte que compró su propia su libertad.
Pero, Nicolás de Ponte, abuelo de Matea -según su testamento- lega su poca fortuna y bienes a sus nietos y entre la lista de bienes, citada en una carta por el Libertador, antes de emprender la lucha emancipadora, está la Negra Matea.
En esa carta de Bolívar dirigida al Gobernador y Capitán General de la Provincia, menciona a Nicolás de Ponte. Tiene fecha 15 de marzo de 1809. Allí expresa que Nicolás de Ponte ha dejado sus bienes a sus nietas y biznietas entre los cuales estaba Matea.
¿Por qué seleccionan a Matea?
Al momento de nacer Simón, ya Matea tenía unos 9 años. Nació, según su acta de defunción, el 21 de septiembre de 1763. Su existencia es muy fácil de comprobar por las numerosas pruebas que dejaron los hijos, nietos y bisnietos de María Antonia Bolívar, a quienes acompañó la Matea.
Era típico que los “blancos”, además de una “negra” que le diera leche materna al niño, buscaran una para que se encargara de los cuidados y enseñanzas motrices como enseñar a caminar y hablar.
Por otra parte, Matea formó al principio de varias mujeres llevadas para atender a los Bolívar.
En un primer momento Hipólita para ocuparse a Simón, Ascensión a María Antonia, Encarnación a Juana y Matea a Fernando.
Más adelante Matea pasa a hacerle compañía a la Madre de los Bolívar Palacio y con ello directamente al pequeño Simón, ayudando a Hipólita. Así lo confirma la escritora y pedagoga Antonia Eteller Camacho Clemente y Bolívar bisnieta de María Antonia en su biografía de Matea.
¿Por qué Bolívar no menciona a Matea en sus cartas?
El historiador Manuel Rafael Rivero, quien fue orador de orden el día 31 de julio de 1975, en el acto en el cual se llevaron los restos de Matea del Cementerio General del Sur a la cripta de los Bolívar en la Catedral, al llamar la atención de porque en las cartas conocidas de Bolívar no se menciona a Matea expresa lo siguiente:
¿Guardará alguna relación con la presunción que algunos observadores han hecho, haciendo subrayar que la condición de aya que ella alegaba no correspondía a la verdad sino que, más bien, fueron invenciones, adecuadamente sopladas por el General Antonio Guzmán Blanco, destinadas a mostrarla como reliquia consagrada en los actos conmemorativos del centenario del nacimiento de Bolívar cuando, dándole el brazo entró al Panteón que reinauguraba?
Este supuesto no lo creemos valido. Más bien nos inclinamos a pensar que la ausencia de referencias de Matea que, efectivamente, se nota en el epistolario particular del Libertador, se deba, más bien, a la circunstancia de qué ésta, como ya lo hemos dicho, habitaba y servía, en la casa de sus hermanas, lo cual hace suponer, válidamente que sus requerimientos económicos inmediatos no serían nunca apremiantes, que en verdad, fueron las motivaciones siempre exhibidas en las cartas en las cuales se refiere a Doña Inés y a Hipólita…
Matea Bolívar nació el 21 de septiembre de 1773. Se conoce su acta de defunción, que da fe que murió el 29 de marzo 1886, con honores, decretado por el Presidente Joaquín Crespo. Murió en la casa de los descendientes directos de María Antonia Bolívar (los Clemente-Francia – Camacho- Bolívar), los mejores testigos de quién era aquella venerable anciana.
Para mayor información se conservan algunas cartas de Matea a su prima Bárbara Bolívar, en el Archivo General de la Nación. En una de ellas, la mujer ya muy anciana pero lúcida, da algunas recomendaciones a Bárbara de cómo curarse un catarro y en otra, le manda una sencilla receta de comida criolla.
En la Biblioteca Nacional de Venezuela, ubicarse copia de los avisos de prensa de los diarios de ese momento donde dan cuenta de qué murió Matea Bolívar. No tuvo hijos, pero si tuvo buena fortuna espiritual.
El propio General Páez, enemigo político de Bolívar, se hizo acompañar por ella en 1842 cuando llegaron a Caracas, desde Colombia, los restos mortales de Simón.
La vida de Hipólita y Matea sin Simón
En 1814 cuando se produce la invasión a Caracas por parte del sanguinario Boves, Bolívar que estaba reducido en tropas tuvo que ordenar la evacuación a Oriente.
Por su amor fraternal y como hermano mayor, ordenó que sus hermanas se fueran por La Guaira: Juana Bolívar y María Antonia. Con Juana Bolívar se va Hipólita y con María Antonia parte Matea.
La primera parada de María Antonia fue en Curazao. Luego parte hacia La Habana, mientras Juana va a Curazao.
El historiador colombiano, Carlos Gómez Botero (1988), en su libro “La infancia del Libertador y la Negra Hipólita” escribe sobre el exilio de María Antonia y Matea:
Cuando este mismo año (1814), huyendo de Boves, emigró doña María Antonia, se llevó consigo a Matea. Llegaron a Curazao y de allí se dirigieron a La Habana, en donde fueron reducidas a prisión por ser familia del Libertador.
En seguida fueron llevadas al Castillo de La Cabaña, y aunque le hicieron saber a Matea que ella era libre, y podía quedarse en La Habana, rehusó la libertad que se le ofrecía, y siguió a su señora, trabajando para sostenerla.
Así que Matea permanece siete años en La Habana. Siempre con María Antonia, quien era la Bolívar que más bienes de fortuna poseía. María Antonia regresa con Matea en 1821. Matea se queda viviendo en una de las muchas propiedades de su señora.
En la correspondencia de María Antonia, se percibe su interés de vender sus casas y citaba que contaba con once. En una de esas vivió Matea Bolívar. Su dirección: Parroquia Catedral, Casa Nº 27.
Con ella vivía Gabriel Camacho, sobrino nieto del Libertador.
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Lo que también si es cierto, comprobado, es que cuando Bolívar tiene dos años ya Matea está con Simón Bolívar y con los otros niños Bolívar.
Esos niños jugaban en la cuadra llamada la “Cuadra de los esclavos” donde se recreaban los hijos de Hipólita y de otros esclavizados.
Allí compartía Matea con los Bolívar. Mientras que Hipólita observaba, cuidaba, hacía la merienda. Matea sujetando de la mano a Simoncito y diciéndole:
—Camina Simoncito… Ven, ven Simoncito
Simoncito cayéndose y ella levantándolo de inmediato, enseñándolo a caminar, tomándole de las manos, enseñándole palabras.
— Di papá, di mamá… ma…má. ¿Cómo se llama esto? “granada”, gra…na…da - por el patio de granados que siempre estaban en flor.
—Aplaude Simoncito… Canta mi niño
Hipólita y Matea cantándole las canciones que oyen en la cuadra de los esclavizados. Canciones libertarias, cantos espirituales en los que pedían la libertad. Eso se lo enseñaba Matea a Simón Bolívar e Hipólita reforzaba el asunto.
Simoncito preguntándole a Matea
— ¿Ustedes por qué están aquí?” “¿Ustedes no tienen familia?
Matea contando porqué no tenía familia de sangre pero que todos los de la cuadra era sus hermanos y hermanas.
Simoncito preguntándose:
— ¿Por qué yo soy libre y ellas no?
A los doce años Simón tenía esa conciencia de lo que era la esclavitud, del significado de la libertad. Por eso es que cuando en 1815 va para Haití y Pétion le dice: “te voy a auxiliar y te voy a poner pertrechos de guerra, armamentos, barcos, hombres a cambio de que des libertad a los esclavos en tu país”. Bolívar ya estaba sensibilizado.
Tenía claridad emocional Simón Bolívar. Y cómo no iba a estarlo si comía conserva de coco y arroz con leche que le hacía Hipólita, si oía aquellos cantos de Matea, si subía con ella a los árboles.
Imagínense a Bolívar subiendo a los árboles junto con la hábil Matea. Porque era traviesa Matea con su vida, le dio lecciones de política a Simoncito.
¿Cómo sensibilizas a un niño para que sea libre y luche por ello?
Si uno les cuenta a ustedes un cuento de “Tío Tigre y Tío Conejo”. ¿Ese no es una lección de política? Tío Tigre era el malo, el jefe, el grande, el que estaba haciendo siempre la maldad. Y el conejo chiquito con sus mañas, pensando siempre cómo hacer para escapársele a Tío Tigre. ¿Y quién le contaba eso a Simoncito? Pues la pequeña Matea.
Hipólita, lo montaba con ella en un manso caballo, que muy pronto el propio muchacho, de apenas siete años, dominaría sin complejos.
Cuando yo les digo a ustedes que Matea lo enseñaba a caminar, a hablar ¿Quién hace eso? Una maestra de preescolar ¿Verdad? Por eso nosotros sostenemos sin titubeos que Matea fue la primera maestra informal del Libertador Simón Bolívar, y con ella Hipólita, la madre solícita.
La insigne escritora venezolana Teresa de la Parra, en su obra “Influencia de las mujeres en la formación del alma americana”, se refiere a la relación de la maestra Matea con Simoncito:
Desde su nodriza, la negra Matea, hasta Manuelita Sáenz, su último amor, Bolívar no puede moverse en la vida sin la imagen de una mujer que lo anime, lo consuele en sus grandes accesos de melancolía, y le preste sus ojos para mirar con ellos dentro de su propio genio. Huérfano desde muy niño es en los brazos de la esclava Matea donde Bolívar oye y mira por primera vez la honda poesía de la vida rural que es la faz más querida y noble de la Patria. Es en su hacienda de los Valles de Aragua, la hacienda típica criolla, la hacienda casi bíblica en donde los esclavos, prolongación de la familia, se llaman de apellido Bolívar o Palacios...
Al caer la tarde, terminado el trabajo del campo, Matea lleva a su niño Simón al repartimiento o patio de los esclavos. Allí bajo el propio cielo mientras cae la noche él oye cuentos de miedo con duendes y fuegos fatuos, que narra algún viejo negro....
Claro que hubo otros grandes. Rodríguez, Bello y todos los demás, pero Matea fue la primera, la que le enseñó sus primeros pasos y dice la leyenda popular que Bolívar se refirió en 1827, cuando regresó a Caracas, a sus negras porque las llamaba “mis negras”. Pregunta por Hipólita:
“¿Dónde está Hipólita que me dio de comer? ¿Dónde está Matea que me enseñó mis primeros pasos?”.
Matea e Hipólita que siempre estuvieron con Bolívar en las buenas y en las malas.
Lo acompañaron cuando muere Juan Vicente Palacios, Bolívar con solo dos años. Ignoraba el pequeño la tragedia. Estuvieron con él, de tan solo nueve, cuando fallece doña María Concepción. Ya el niño tenía más conciencia del dolor. E Hipólita y Matea por allí, en un recodo, observando el sufrimiento del niño y tratando de consolarlo.
La muerte de su esposa, la bella María Teresa del Toro, sorprende al ilusionado joven de diecinueve años. Sus dos cómplices, llorando con él. Animándolo cuando perdía batallas, cuando lo azotaba la soledad.
Viven su angustia cuando Bolívar decide evacuar Caracas y con disciplina militar aceptan la orden de cuidar a las hermanas del General..
Lo ven triunfante llegar a Caracas el 7 de agosto de 1814, cuando entra victorioso después de la Campaña Admirable. Están alegres por su niño Simoncito. Lloran de alegría en 1827 cuando vuelve aclamado por el pueblo de Caracas.
¿Qué hacían Hipólita y Matea en San Mateo en 1814?
Estaba apoyando, porque al lado de los soldados venezolanos iba siempre un grueso de mujeres venezolanas, algunas novias, esposas, madres, tías que estaban en la vanguardia, en la logística y muchas tomaron el fusil como Juana Ramírez La Avanzadora.
Por eso ahora que reivindicamos el papel de la mujer necesario es divulgar esos datos. Las mujeres guerreras, que enseñaban, que estaban en la vanguardia, preparando la comida, cosiendo la ropa, batallando como una más.
Hipólita y Matea representan lo más tierno del Libertador Simón Bolívar, lo más bonito.
Merecen Hipólita y Matea todos los honores patrios por el acompañamiento que prestaron a Venezuela y América a través del hombre génesis de la libertad.
Sus historias representan estar contra las adversidades porque qué difícil es realizarse como personas bajo el esclavismo. Reflejan la enseñanza para el Libertador, la sensibilización porque, reitero, cuando Bolívar decide el “Decreto de Abolición de la Esclavitud” estaba sensibilizado por estas mujeres.
Hipólita y Matea
Hipólita canta
Mientras Matea corre
Hipólita habla
Mientras Matea cuenta
Hipólita canta
paque el niño duerma
Matea cuenta y cuenta
paque el niño hable
Y habla Fernando
y grita María
y Juana pregunta
y canta Simón.
¡Estos muchachitos
que traviesos son!
Que ricos olores
--Silva la Matea, metiendo los dedos-
¿Qué cocinas Hipólita?
¿Qué comes Matea?
--Le regaña aquella--
No pruebes la arepa
ni la bejarana
del niño Simón
¡Come mazamorra!
Toma papelón
Vamos para el campo
Dijo mi mamá
--grita María Antonia--
Y corre Fernando
y brinca Simón
y, muy seria, Juana
le comenta a Hipólita
que vuelve a mandar
¡Vámonos Matea!
Llama a los muchachos
los niños Bolívar
y lo de la cuadra.
¡Apúrense pues!
Y el patio en el campo,
en la casa grande,
se llena de lecos
de los niños blancos
de los niños negros
como presagiando
“Iguales seremos”
¡Viva Guárico¡
¡Que viva para siempre el ejemplo libertario de Hipólita y Matea!
!Viva Venezuela¡
San Juan de los Morros, 02 de marzo de 2017
Autor: Reinaldo Bolívar
Reinaldo José Bolívar fue el principal promotor de la causa por llevar a estas heroinas al Panteón, campaña que intensificó desde 2008, luego que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, prometiera tan grandioso homenaje.
Observatorio de Medios del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños