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Opinión

¿Por qué la derecha ha avanzado en América Latina?

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*Por: Marcel Roo

¿Por qué la derecha ha avanzado en América Latina?

Esta pregunta me fue formulada en el VI Congreso Internacional de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños, al presentar la ponencia sobre las armas ideológicas del capitalismo –Law Fare, Fake news y posverdad. 

Más que una respuesta, esa interrogante requiere de una reflexión con respecto a este indiscutible avance de las fuerzas reaccionarias en el continente, como consecuencia de las ofensivas de carácter ideológico que impulsa el imperialismo y sus aliados y las debilidades mostradas por la izquierda para enfrentarlo con éxito.

Tras el triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998, se irradió en Latinoamérica lo que algunos han llamado primer ciclo u oleada progresista con las victorias de Evo Morales en Bolivia, Tabaré Vásquez en Uruguay, Néstor Kirchner en Argentina, Fernando Lugo en Paraguay, Michelle Bachelet en Chile, Rafael Correa, en Ecuador, Manuel Zelaya en Honduras, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén en El Salvador. Todos ellos, junto a Daniel Ortega quien gobierna en Nicaragua desde 2008 y el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, cambiaron el mapa político y llenaron de expectativas positivas a la región sobre el posible rumbo hacia un futuro mejor que el desastre causado por esa etapa oscura del neoliberalismo.

Importantes e innegables avances ocurrieron. Baste recordar algunos de indudable trascendencia como la derrota propinada en Buenos Aires a esa iniciativa imperialista del Alca con la que se buscaba profundizar la dependencia hacia EEUU mediante tratados supuestamente comerciales.

Se creó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con el objetivo de avanzar hacia una verdadera integración soberana, sin la presencia del tutelaje de Estados Unidos y su peón Canadá.

Dentro de la mirada integracionista se conformó en 2008 la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) torpedeada luego por los gobiernos derechistas, a tal punto que 7 de los doce miembros la abandonaron, aunque ahora con el regreso de gobiernos populares existe la posibilidad de su reincorporación. 

Y con respecto a los países con mayor afinidad política se creó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) donde confluyen Bolivia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves y Granada.

En materia social son numerosos los avances logrados durante ese período en favor de los sectores más deprimidos, se le dio mayor importancia al papel del Estado como garante del desarrollo equilibrado de la sociedad, pero la derecha reforzó su trabajo para erosionar la base social de los gobiernos mediante la utilización ideológica de esa ecuación perversa Law Fare + Fake news= posverdad.

La batalla de las ideas

Como parte de esta reflexión, es importante recordar la insistencia casi cotidiana del presidente Chávez, preocupado con razón por las ofensivas derechistas y la inmovilidad de la izquierda para contrarrestarla. “Hay que librar la batalla de las ideas” era, palabras o palabras menos, el angustioso llamado del comandante bolivariano.

Junto a este clamor, insistía también en la necesidad de la autocrítica precisando que ella es un mecanismo de fortalecimiento de los procesos revolucionarios cuando se ejerce en el sentido de subsanar errores que permitan profundizar en el avance de los cambios.

Estos reclamos están, ahora más vigentes que nunca para contrarrestar esa ofensiva de la derecha que, aun cuando ha perdido gobiernos importantes en la región, sigue controlando a una numerosa población engañada ideológicamente.

Caso patético de esta afirmación es Brasil. Lula acaba de ganar la Presidencia frente a un personaje de la más estirpe calaña reaccionaria, Jair Bolsonaro, con una diferencia mínima y con el hándicap de que ahora deberá gobernar con un Congreso hostil, seguidor en su mayoría de este ex capitán del ejército    reivindicador de la dictadura militar y partidario de la más rancia faceta de las creencias evangélicas.

Otro ejemplo es Chile, tras una importante demostración de arraigo popular para la elaboración de una nueva Constitución, la derecha apoyada por sectores vacilantes de centro izquierda, boicoteó el proceso hasta imponer el rechazo al proyecto reformista.

Hoy el presidente de ese país, quien obtuvo una importante votación en las elecciones generales, ha perdido gran parte de ese apoyo mientras la derecha vuelve a mostrarse como alternativa de recambio.

Y si continuamos enumerando lo que acontece en el resto de las naciones latinoamericanas, encontramos que Hay derecha para rato, tal como lo dice el refrán popular.

Qué hacer

La famosa pregunta de Lenin cobra de nuevo actualidad. Ya hemos señalado como una de las fallas de los gobiernos populares, la ausencia de la autocrítica como regeneradora de los errores y facilitadora de los caminos que conducen al verdadero cambio.

Creemos que hay que dar la batalla frontal en el terreno ideológico, ya Gramsci el pensador italiano que generaba pánico en el fascismo puntualizaba:

El que una masa de hombres sea llevada a pensar coherentemente y de un modo unitario el presente real es un hecho “filosófico” mucho más importante y “original” que el redescubrimiento, por parte de algún “genio” filosófico, de una nueva verdad que se mantenga dentro del patrimonio de pequeños grupos intelectuales

En otras palabras, el pensador italiano subrayaba la importancia que tiene el conocimiento de la realidad concreta para de allí determinar o diseñar las estrategias necesarias de la transformación estructural.

La batalla de las ideas no consiste solo en las convocatorias a reuniones donde un orador presuntamente docto y con oratoria relumbrante se dirija a un auditorio pasivo que en muchas ocasiones no entiende el mensaje rebuscado. Es necesario la reunión del colectivo para la discusión colectiva donde la decisión se convierta también en conocimiento 

De igual manera, es fundamental que los dirigentes y gobernantes escuchen, atiendan y dialoguen con las masas para convertir en práctica cotidiana esa expresión sabia de Evo Morales de mandar obedeciendo.

A la par del desarrollo de programas políticos y sociales debe fortalecerse el sentido de Patria como escudo protector ante las penetraciones ideológicas desatadas por los sectores de la dominación capitalista, estimuladores de supuestas “bondades” del consumismo, el individualismo y el poder omnímodo del dios dinero. Esta es la nueva faceta enemiga que persigue la creación de una falsa conciencia mediante   su nuevo brazo ejecutor: la ecuación Law Fare + Fake news= posverdad.


*Facilitador del diplomado en Luchas Antiimperialistas en Nuestra América
Publicado por AiSUR
Premio Nacional de Periodismo Necesario Anibal Nazoa 2020

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